sábado, 10 de diciembre de 2016

26 AÑOS DESPUÉS… ¡PRESENTES!



                                                                     26 AÑOS DESPUÉS… ¡PRESENTES!

Pedro Marcelo Oliva Estofán
1990 Democracia pactada
Gobierno del Acuerdo Patriótico MIR-ADN
Desde la clandestinidad y la compartimentación, a partir de un análisis de las condiciones concretas de lucha, la dirección nacional colectiva del Ejército de Liberación Nacional – ELN, decide desarrollar la campaña urbana denominada: ¡Bolivia Digna y Soberana!, con la imagen del sol naciente, reivindicando a  uno de sus militantes muerto en la guerrilla de Teoponte: Néstor Paz Zamora, a través una comisión político-militar, la  CNPZ, que inicia acciones a principios de la década de los años ‘90, no como un hecho aislado o secundario en la resistencia al capitalismo/neoliberalismo pero sí en un momento de perplejidad y de reflujo popular, conscientes que la violencia era una alternativa más frente a la ofensiva de la derecha.
Cuando se argumenta que no se es partidario de la lucha violenta, probablemente se lo hace porque no se ha enfrentado en serio al Estado.
Como respuesta, el gobierno del Acuerdo Patriótico conforma el Consejo Nacional de Organismos de Inteligencia del Estado, integrado por los departamentos de Inteligencia de la Policía, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, el Comando en Jefe y el Ministerio del Interior; con la finalidad de erradicar la subversión y dar con los autores de la campaña ¡Bolivia Digna y Soberana! y resolver el secuestro del industrial Jorge Lonsdale.
En todo el proceso de captura de la CNPZ-ELN el aparato represivo del Estado se puso en funcionamiento y comete arbitrariedades, torturas, abusos, violaciones a los derechos e incumplimiento del debido proceso. Sin embargo, también  es bueno señalar que a pesar de la compartimentación, no se logró superar el talón de Aquiles del ELN: la delación y la traición.
La intencionalidad de los organismos de seguridad del Estado fue la de eliminar sumariamente a los militantes de la organización clandestina, como lo demuestra el hecho  del ASESINATO de un trabajador jardinero por parte de agentes de la policía, cuando se tomó una casa en la zona sur, bajo sospecha de ser la casa de seguridad donde tenía secuestrado a Lonsdale. Y nadie dijo nada, porque evidentemente, se trataba de un hijo del pueblo.
En la madrugada del 5 de diciembre  de 1990, el aparato represivo del Estado; lleva a cabo el operativo militar/policial en la calle Abdón Saavedra de la zona de  Sopocachi, donde se encontraba la última casa de seguridad de la CNPZ-ELN.
Asesores extranjeros son responsables del operativo junto a agentes de inteligencia del Ministerio del Interior, Grupo Élite con oficiales y apoyo de agentes del CEIP, oficiales de la Policía Militar y agentes del Departamento II del Estado Mayor General del Ejército- EMGE, bajo el mando de Germán Linares y del ministro del Interior de ese entonces Guillermo Capobianco.
El operativo del 5 de diciembre fue filmado por el canal RTP y el video decomisado violentamente por orden de la Dirección Nacional de Inteligencia del Estado a la cabeza de Carlos Valverde Bravo. Guillermo Capobianco, ministro del Interior, justificó este hecho debido a ‘normas de seguridad del Estado’, evitando el conocimiento público de un registro audiovisual que mostraba claramente un asesinato a sangre fría.

Los compañeros del ELN Miguel Nothdurfter (Gonzalo), Luis Caballero (Tío Ismicho), Oswaldo Espinoza (Esteban) caídos en el operativo del 5 de diciembre de 1990, no cayeron muertos en combate, sino que fueron capturados vivos, maniatados y luego de vivar al ELN, ajusticiados. Al igual que fue torturado hasta el cansancio, posteriormente eliminado y botado en la Av. Del Poeta, Evaristo Salazar (Enrique) militante internacionalista de Perú.

Frente al argumento chauvinista del gobierno de ese entonces, de ciertos analistas y de  cierto periodismo  de que Miguel (nacido en Italia) y Evaristo (peruano) eran ‘terroristas extranjeros’, es bueno recordar la sentencia de Simón Bolívar (venezolano) de que “el hombre no es de donde nace, sino de donde lucha” y que  tanto Miguel como Evaristo, lucharon hasta las últimas consecuencias, hasta dar la vida por una Bolivia Digna y Soberana.
 Entre los autores intelectuales y materiales de estos asesinatos están Jaime Paz Zamora (presidente de la entonces República), Guillermo Capobianco (ministro del Interior), Raúl Loayza (subsecretario de Régimen Interior), Carlos Federico Valverde Bravo (director nacional de Inteligencia del Estado y hoy periodista), Germán ‘el Negro’ Linares Iturralde (jefe del CEIP) y otros torturadores como el Tcnl. Carlos Antezana Cuéllar (segundo del Negro Linares en el CEIP), asesorados por agentes de inteligencia peruanos, franceses y el español Rafael Masa González, teniente coronel de la guardia civil española prófugo de la justicia de su país por la eliminación de vascos y por la conformación del grupo paramilitar GAL e invitado especial de la socialdemocracia mirista en función de gobierno; como también, cuándo no, agentes de inteligencia (CIA) de Estados Unidos de Norteamérica.
 Asimismo, el aparato represivo del Estado, estuvo socapado legalmente entre otros, por José Nemtala Kairala, fiscal de partido en lo Penal; Antonio Santamaría Patón, juez Noveno de Instrucción en lo Penal, del Distrito Judicial de La Paz; Zulema Zegarra Aranda, fiscal de Distrito de La Paz y  Rómulo Tórrez Balanza, médico legista del Servicio Médico Forense del Distrito Judicial de La Paz.
 A 26 años de lo sucedido y en proyección retrospectiva,  las palabras de Octavio Paz reflejan con claridad meridiana, lo sucedido en la madrugada de ese 5 de diciembre de 1990…:
“La operación militar contra ellos                                 
no fue una acción política únicamente
sino que asumió la forma casi religiosa
de un castigo de lo alto.
Una venganza divina.
Había que castigar ejemplarmente”.
 Y así fue. El efecto político de la conformación  de la comisión político- militar del ELN con el nombre de Néstor Paz Zamora, se expresó en la venganza y el castigo ejemplar que su  hermano, presidente de la República y directo responsable de autorizar la eliminación física de aquellos que osaron y se atrevieron recordar al país que Néstor no era patrimonio de la familia, sino del pueblo boliviano y que si bien era cristiano y que murió de inanición, lo hizo como guerrillero empuñando un arma por la liberación. Ese atrevimiento no lo podía perdonar el entonces presidente, porque a diferencia de esa consecuencia revolucionaria, él  claudicó y ‘cruzó ríos de sangre’ por angurria de poder.
 Han transcurrido ya 26 años de la tortura y asesinato de los compañeros Miguel, Luis, Oswaldo y Evaristo. No permitamos que la banalidad del sistema o que estas fechas comercialmente navideñas hagan que el olvido, anide en nuestras memorias.
 No olvidemos, ni admitamos la restauración del neoliberalismo y de la democracia pactada.
5 de diciembre de 2016. 26 años después, la democracia cambió, los ‘condenados de la tierra’, las y los excluidos históricamente, están haciendo de éste, un país digno y soberano.
Que las vidas y luchas de Miguel (Gonzalo), Luis (Tío Ismicho), Oswaldo (Esteban), Evaristo (Enrique) y tantos otros anónimos, hijos del pueblo, no sean en vano y estemos conscientes que están presentes en la lucha y en las legítimas aspiraciones de nuestro pueblo, que es el suyo.
 Por ello, con puño en alto, 26 años después…: Miguel, Luis, Oswaldo, Evaristo... ¡¡¡Presentes!!!


       



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