viernes, 15 de julio de 2016

“Minas, balas y gringos”. III LA CUESTION DE LOS REHENES


14-07-16
N. No. 391
“Minas, balas y gringos”. III
LA CUESTION DE LOS REHENES
Con motivo del apresamiento y tentativa de asesinato de los líderes sindicales de Siglo XX y Catavi, Escobar y Pimentel, cuando estos realizaban un viaje por carretera, tentativa que fracasó con el saldo de un herido de bala, el Sindicato  procedió a la toma de rehenes en las personas de 4 funcionarios del Plan Triangular que visitaban las minas. Los rehenes fueron incomunicados en el Teatro de Siglo XX y su cuidado fue encomendado a las  aguerridas ”Amas de Casa” de Siglo XX y Catavi, encabezadas por la camarada Geroma de Romero.
Se había puesto en el núcleo del conflicto a los intereses siempre espurios del imperialismo yanqui, al apresar a sus funcionarios. Inmediatamente comenzaron las tratativas de los dos gobiernos coaligados para atacar el campamento minero declarado “territorio libre” por los trabajadores, incluyéndose la participación de fuerzas armadas norteamericanas.
El interesante libro que comentamos nos muestra hasta qué punto, el gobierno boliviano no era sino un simple peón operador  de los planes imperialistas en América Latina y sobre todo en Bolivia. Los mensajes de ida y vuelta entre Washington y La Paz, entre Kennedy o Johnson coparon prácticamente todo el tiempo de ambos gobiernos.
Transcribimos los más importantes:
“El 6 de diciembre (63) el Congreso (Colquiri), fue pospuesto y Martin funcionario de USIS, partió a Catavi con sus tres colegas. Mientras tanto, cuando Escobar y Pimentel se alejaban de Colquiri, agentes del Control Político de Paz Estenssoro abrieron fuego sobre su camión. El conductor fue herido y los dos líderes sindicales hechos prisioneros por segunda vez desde 1961…” (1)
“El secretario adjunto Bundy explicaba que el comando Sur de EE UU en Panamá tenía un equipo de 30 hombres de las Fuerzas Especiales Móviles, que podían estar listos en seis horas, grupo que contaba con “especialistas de la precisa clase” que se necesita en una operación de rescate de eso tipo…” (2)
Está claro que las intenciones del ataque a bala en el camino de Colquiri era la eliminación física de los dos dirigentes mineros. Como del ametrallamiento ambos resultaron ilesos, la solución fue tomarlos presos. Esto naturalmente determinó la inmediata reacción de los mineros que optaron la decisión de tomar presos a los cuatro norteamericanos a la cabeza de Martín, como rehenes para lograr la libertad de sus dirigentes.
Las determinaciones del imperialismo estaban dirigidas a lograr la libertad de los rehenes a toda costa, incluso de un ataque frontal imperialista contra la mina de Siglo XX, y en ese intento tenían la colaboración efectiva del Gobierno boliviano. Habían comenzado los preparativos para el ataque. Al respecto:
“La variada lista del presidente –la mayor parte de la cual recibió cordial respaldo del grupo militar de EE UU en La Paz—incluía 200 cohetes, 36 morteros, 12 600 cartuchos de mortero, 5 mil granadas de mano, 2 mil granadas de gas lacrimógeno, 16 fusiles de 75 mm, 500 rifles y carabinas M-1, 650 mil cartuchos de munición, 3 mil abrigos de invierno, 3 mil pares de botas de combate, nueve aviones con armas de fuego, un carro de asalto y un obus…” (3).
Frente a la inminencia del ataque militar combinado del gobierno del MNR y el Imperialismo yanqui contra el campamento y a fin de impedir una verdadera masacre, los dirigentes mineros aceptaron escribir una carta rogando a las amas de casa y al sindicato para que pusieran en libertad a los rehenes. De muy mala gana las amas de casa y los dirigentes del sindicato, después de una asamblea general, efectivamente acordaron liberar a los rehenes que salieron de Siglo XX, como alma que lleva el diablo.
La carta decía más o menos:
“Ante el desplazamiento de fuerzas del ejército y queriendo evitar una masacre roja, deponiendo toda actitud sectaria, pensando en el futuro de los trabajadores de Siglo XX y Catavi, llamamos y rogamos a dar una lección a los “bárbaros”, poniendo en libertad a los rehenes…” (4).
En realidad la crisis de los rehenes parecía había concluido, empero el conflicto seguía, pues uno de los rehenes, Bernard Rifkin, declaraba:
“La situación en los campamentos mineros de Catavi y Siglo XX es terrible… A veces los trabajadores no reciben más que cuatro dólares al mes en efectivo y el resto en forma de alimentos básicos… Todo el enfoque de Estados Unidos para enfrentar esto está equivocado.. Estoy asqueado y cansado de esta manera economicista de ver las cosas… lo que el gobierno está tratando de hacer, ante la insistencia de Estados Unidos, es romper el movimiento obrero tal como es ahora…Frente a esto, cuando Pimentel y Escobar le dicen al gobierno que no despedirá a ninguno de los trabajadores de las minas, los trabajadores se movilizan detrás de ellos…” (5)
E igualmente otro ex-rehén,  Tom Martín al comprobar que los dirigentes mineros no fueron liberados en consonancia con su propia liberación, decía:
“Voy a volver a entregarme como rehén de nuevo a mis amigos. Esos son mis amigos. Han sido traicionados y no voy a ser parte de la traición. Según el relato, Henderson se volvió hacia el agregado aéreo Fox y le preguntó:”Coronel, ¿tiene su 45?... Si este hombre sale de la habitación, ¡dispárele”! (6)
Había concluido de la forma más infame el asunto de los rehenes pero la resistencia continuaba incluso con más fuerza.
 Todas las notas corresponden al libro comentado.
1.                            Pág. 164.
2.                            Pág. 168.
3.                            Pág. 174.
4.                            Pág. 179.
5.                            Pág. 183.
6.                            Pág. 184.

PCmlm.

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