domingo, 7 de diciembre de 2014

POR FAVOR, CONSIDERADME UN SEPARATISTA (POR EL DERECHO DE LOS PUEBLOS A LA AUTODETERMINACIÓN)

POR FAVOR, CONSIDERADME UN SEPARATISTA (POR EL DERECHO DE LOS PUEBLOS A LA AUTODETERMINACIÓN)

Artículo Original de Victor Shapinov

SLAVYANGRAD.es 

Artículo de Victor Shapinov (Borotba) sobre la situación ucraniana y las posibles vías de solución pacífica que, pese a haberse publicado hace meses, antes incluso de que la se iniciara la fase más dura de la guerra, sigue estando de actualidad hoy, ya que la negativa del Gobierno de Kiev a dar respuesta a los temas que aquí se plantean han hecho escalar la violencia y la división hasta niveles hace meses insospechados.

Llegará el apocalipsis si hay una violación del principio de integridad territorial. El cielo caerá y los peces caminarán por la faz de la tierra. En Ucrania, la prensa y la clase política realiza comentarios de este tipo en relación a las separatistas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. La integridad territorial es el principio predominante de la legalidad internacional o de eso tratan de convencernos. Aquellos que violan ese principio son separatistas que arderán en el infierno por siempre jamás, amen.

Pero imaginemos que nunca se hubiera infringido ese “principio fundamental”. Kiev seguiría siendo, si no el centro administrativo del imperio de Genghis Khan o una provincia del Tercer Reich alemán, la capital de una provincia de algún tipo de unión anti-Soviética capitalista. En lugar de ciertos países como Estados Unidos, India, Pakistán, Canadá o Australia, cuya existencia es una flagrante violación de la integridad territorial del Imperio Británico, el mapa alardearía de las posesiones de un reino indivisible. Y la lista sigue. No existirían países como Noruega, Corea, Indonesia, Vietnam, Filipinas, la República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Serbia, Albania, Finlandia, la totalidad de países africanos, etc.

¿Qué pasa con el derecho internacional?

Hablando en serio, sin violar la integridad territorial, no existirían los modernos estados-nación, cuya creación fue un gran éxito si se compara con los imperios feudales y capitalistas. No existirían los estados independientes que emergieron como resultado de los movimientos de liberación nacional contra el colonialismo y el imperialismo del siglo XX. Solo hay que mirar al mapa para ver la falsedad de la interpretación que Kiev hace de los principios de integridad territorial o del separatismo.

El principio de integridad territorial fue adoptado por las Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial no para mantener a naciones grandes o pequeñas bajo opresión extranjera sino contra las políticas de anexión. Según las provisiones adoptadas por quienes habían derrotado al fascismo, el deseo de los pueblos cuyos derechos sean violados por un Estado en particular está por encima del principio de integridad territorial.

Pero esto no está recogido en ninguna parte, tal y como dice la Declaración de Principios del Derecho Internacional de Naciones Unidas, de la que Ucrania es signatario:

Todos los pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sin injerencia externa, su condición política y de procurar su desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el deber de respetar este derecho.

El establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación de ese pueblo.

Esto es, la afirmación de políticos y periodistas de que la independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk contradice el derecho internacional están basadas en mentiras. ¿Por qué podían Ucrania o Rusia violar la integridad territorial de la Unión Soviética en su secesión, pero no puede hacer lo mismo Donbass? ¿Solo porque en el marco del actual discurso neoliberal se considera a la Unión Soviética un imperio totalitario, mientras que la Ucrania  actual es una democracia emergente?

¿Qué ocurre si el pueblo de Donetsk y Lugansk no quiere vivir en esa democracia emergente en la que se asesina y se quema viva a la oposición política, donde los disidentes son detenidos, como en Kharkov, donde los tanques y la artillería son los medios para recuperar la unidad nacional?

El derecho internacional no es un capricho. ¿Qué pasa con los crímenes contra el derecho internacional o contra los derechos humanos cometidos bajo el pretexto de lidiar con violaciones de la integridad territorial? Son derechos del pueblo, solo que depende para qué pueblo.

Una solución democrática

El derecho de autodeterminación es la única vía para una solución democrática a tales contradicciones. Y la única solución democrática consistiría en la implementación de este principio tanto en Rusia como en Ucrania. Pero la clase política ucraniana, que se ha apropiado del término demócrata, se niega a aceptarlo.

Una nación no puede ser libre si oprime a otras naciones. Esta verdad conocida continúa siéndolo hoy en día. La falta de una solución democrática al problema lingüístico de Ucrania permite a la actual clase política, que capitaliza esas contradicciones artificialmente infladas, controlar al pueblo ucraniano. Ahora se sientan en la retaguardia, enviando a jóvenes ucranianos a matar a sus conciudadanos y explotan la histeria de la guerra para continuar con el expolio y el saqueo.

Por supuesto, el derecho de autodeterminación puede usarse, como cualquier otra ley, para hacer el mal. Una minoría puede convertirse un mero peón en manos de otro poder. Un movimiento nacional puede estar dirigido por fuerzas feudales más reaccionarias que el Estado de que trata de obtener el derecho de autodeterminación, como en el Tíbet. No todos los casos de separación implican resultados positivos.

Aun así, la única forma de preservar relaciones amistosas entre pueblos de diferente lengua en un gran Estado, que generalmente acarrea mayores beneficios que un pequeño Estado, es la completa y total libertad lingüística a nivel nacional y la ausencia de privilegios para ninguna lengua o nacionalidad. Suiza, donde aunque el 19% de la población habla francés y el 8% habla italiano, el Romansh, hablado por menos del 1% de la población, es igualmente reconocida como oficial, es un ejemplo de unidad nacional sobre la base de igualdad lingüística.

Un ejemplo contrario es el de Turquía, donde la impotencia de la población kurda llevó no solo a una guerra civil que ha durado décadas, sino a la usurpación del poder, primero por un grupo abiertamente militarista y después de una dictadura militar encubierta aliada de Estados Unidos­. Por supuesto, muchos en Ucrania desearían implementar la solución turca en Ucrania. Pero la mayor parte de la población se decantaría, sin duda, por la opción suiza.

Una Ucrania libre, federal y democrática sin oligarcas ni nacionalistas es la única opción para seguir siendo un solo país. Mientras Ucrania no adopte esa política, por favor, consideradme un separatista. Con todos sus defectos, los consejos de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk son preferibles a hundirse en el fascismo del modelo de Kiev.


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