sábado, 14 de julio de 2012

La "izquierda" anti-estalinista

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 13-07-12
LA “IZQUIERDA” ANTI-ESTALINISTA
Desde hace mucho tiempo cuando escribíamos nuestro ensayo sobre el camarada “Stalin, el comunista de acero”, sostuvimos el criterio de que el anti-estalinismo  de “izquierda” que tiene tres vertientes: la social-democracia, el trotskismo y el jruchovismo, conduce directamente hacia la derecha extrema, es decir que el anti-estalinismo es anti-comunismo.
Un autor tan conocido ponderado y criticado como James Petras, acaba de entregarnos un interesante artículo denominado: “El Estado de bienestar occidental: su aparición y la desaparición del bloque soviético”, que precisamente se refiere a este tema con una profundidad que sorprende dado el carácter filo-trotskista de este intelectual.
El artículo comienza así:
«Uno de los rasgos socioeconómicos más asombrosos de las dos últimas décadas es la inversión del signo de la legislación sobre bienestar de la segunda mitad del siglo pasado en Europa y Norteamérica. Los recortes sin precedentes en servicios sociales, indemnizaciones por despido, empleo público, pensiones, programas sanitarios, estipendios formativos, periodos vacacionales y seguridad laboral vienen acompañados por el incremento de los gastos de la educación, la fiscalidad regresiva y la edad de jubilación, así como por el aumento de las desigualdades, la inseguridad laboral y la aceleración del ritmo en los centros de trabajo».
«Los sindicatos occidentales y la izquierda «anti-estalinista» (los socialdemócratas, los trotskistas y todas y cada una de las sectas y corrientes intelectuales intermedias), prestaron un valioso servicio no solo para poner fin al sistema colectivista (bajo el lema «cualquier cosa es mejor que el estalinismo»), sino para acabar con el Estado de bienestar para decenas de millones de trabajadores y pensionistas, con sus familias»
Petras sostiene que las legislaciones sobre bienestar en Occidente en la segunda mitad del siglo pasado y las leyes en el bloque soviético en el mismo sentido, sufrieron una INVERSIÓN en las dos últimas décadas, pasando a aplicarse recortes sin precedentes en los servicios sociales y otros. En este proceso que llamamos neoliberalismo, los sindicatos occidentales y la izquierda anti-estalinista prestaron un servicio inestimable para poner fin, por una parte, al sistema colectivista bajo el lema “cualquier cosa es mejor que el estalinismo” y también para acabar con el Estado de bienestar para decenas de millones de trabajadores y pensionistas con sus familias en el occidente.
Sigue muy acertadamente Petras y nos dice:
«Todo el ejército de izquierdistas «anti-estalinistas» impotentes, cómodamente aposentados en las universidades, cacareó hasta quedarse ronco contra la «ofensiva neoliberal» y la «necesidad de una estrategia anticapitalista», sin reflexionar lo más mínimo acerca de cómo habían contribuido a minar el mismo Estado de bienestar que había educado, alimentado y empleado a los trabajadores».
En forma categórica Petras, que tiene, como decíamos, conocidas inclinaciones filo-trotskistas, sin embargo tiene la honradez digna de elogio de señalar a toda la camada anti-estalinista por el sucio papel que jugo esta “izquierda” en el desmoronamiento del sistema de bienestar conseguido por los trabajadores con la Revolución Socialista de Octubre que logró sobrevivir trabajosamente después de la muerte de Stalin.
Petras, como se sabe, está muy lejos de ser un partidario de Stalin y por el contrario se puede notar su admiración al legado político de Trotskismo, empero tiene hidalguía de llamar por su nombre la actividad criminal desempeñada por esa “izquierda” en la gran frustración que siguió a la caída del bloque llamado socialista en Rusia y China.
Y para más claridad tenemos otro párrafo importante:
«Los intelectuales occidentales de izquierda y liberales desempeñaron un papel fundamental en la confusión sobre el importante y positivo papel que el bienestar soviético había desempeñado presionando a los gobiernos capitalistas de Occidente para que siguieran su ejemplo. Por su parte, durante las décadas posteriores a la muerte de Stalin y cuando la sociedad soviética evolucionó hasta convertirse en un sistema híbrido de bienestar social autoritario, estos intelectuales siguieron calificando a estos gobiernos como «estalinistas», ocultando la fuente de legitimidad principal a sus ciudadanos: su avanzado sistema de protección social».
Es de todo punto de vista importantísimo señalar la propiedad con la que Petras analiza el accionar de los intelectuales anti-estalinistas que sembraban la confusión sobre el papel positivo del sistema de bienestar soviético sobre todo en la época estalinista y después de ella, cuando evolucionó a un sistema híbrido de bienestar social autoritario, seguirían calificando a estos gobierno de estalinistas, ocultando la fuente de legitimidad principal, es decir su avanzado sistema de protección social.
¡Muy bien dicho señor Petras!
Esos mismos intelectuales afirmaban que el «sistema estalinista» era un obstáculo para el socialismo y volvieron a los trabajadores contra sus aspectos positivos de un Estado de bienestar centrándose exclusivamente en los «gulags» del pasado. Sostenían que la «desaparición del estalinismo» supondría una gran apertura para el «socialismo revolucionario democrático». En realidad, la caída del bienestar colectivista desembocó en la catastrófica destrucción del Estado de bienestar, tanto en el Este como en Occidente, y el ascenso de las formas más virulentas de capitalismo neoliberal primitivo. Esto, a su vez, llevó a una mayor retracción del movimiento sindical y espoleó el «giro a la derecha» de los partidos socialdemócratas y obreros mediante las ideologías del «nuevo laborismo» y la «tercera vía».
Efectivamente, la ensordecedora campaña anti-estalinista era llevada adelante con una virulencia insospechada, precisamente por esa “izquierda” que, efectivamente, prometió que después de la caída del “infierno” estalinista, sobrevendría un paraíso de bienestar en el «socialismo revolucionario democrático». El resultado, como bien lo señala Petras, fue el ascenso de las formas más virulentas del capitalismo neoliberal primitivo.
«Los intelectuales «anti-estalinistas», por supuesto, afirmarán que el desenlace que ellos habían imaginado está muy lejos de lo sucedido y se negarán a asumir ninguna responsabilidad por las consecuencias reales de sus actos, su complicidad y las ilusiones que han creado. Su iracunda afirmación de que «cualquier cosa es mejor que el estalinismo» no convence a nadie de quienes están en el abismo que alberga a toda una generación perdida de trabajadores del bloque del Este y sus familias. Tienen que empezar a contabilizar el ejército de desempleados de todo el Este, que se cuenta por millones, los millones de víctimas de tuberculosis y VIH en Rusia y Europa del Este (donde ni la tuberculosis ni el VIH planteaba una amenaza antes de la «ruptura»), las vidas destrozadas de millones de mujeres jóvenes atrapadas en los burdeles de Tel Aviv, Prístina, Bucarest, Hamburgo, Barcelona, Amán, Tánger y Brooklyn...».
No podemos ser más explícitos en cuanto al diagnóstico que realiza Petras de los resultados de la caída del estado de bienestar soviético y el ascenso de capitalismo salvaje, señalándose las dolorosas experiencias de las “vidas destrozadas de millones de mujeres jóvenes atrapadas en los burdeles de Tel Aviv, Prístina, Bucarest, Tánger, etc.”  
Una de las paradojas de la historia del bienestar social en Europa del Este se puede encontrar en el hecho de que las principales luchas laborales en curso (en la República Checa, Polonia, Hungría y otros países, que habían derrocado a sus gobiernos colectivistas), tienen que ver con la defensa de las políticas de pensiones, jubilación, sanidad pública, empleo, educación y otras medidas del bienestar: las sobras «estalinistas». Dicho de otro modo, mientras que los intelectuales siguen alardeando de su victoria sobre el estalinismo, los trabajadores de carne y hueso que viven en el Este se entregan a una lucha militante cotidiana para mantener y recuperar los rasgos positivos del bienestar de esos Estados vilipendiados.
Se dice bien que esa “izquierda trasnochada e irresponsable sobre todo trotskista, sigue vanagloriándose de su “triunfo” sobre el estalinismo, mientras los trabajadores de carne y hueso que viven en el este de Europa se entregan a una lucha a muerte por reconquistar derechos que ya poseían y les fueron arrebatados con la complicidad criminal de la “izquierda” anti-estalinista
Las nuevas luchas de masas por el bienestar social hacen pocas alusiones directas a las experiencias colectivistas anteriores, y menos aún al discurso vacío de la izquierda «anti-estalinista». Esta última vive estancada en un tiempo detenido, anquilosado e irrelevante. En todo caso, lo que está abundantemente demostrado es que el bienestar, el trabajo y los programas sociales, que fueron conquistados y se perdieron tras la desaparición del bloque soviético, han regresado como objetivos estratégicos para motivar las luchas obreras actuales y futuras.
Las conclusiones de Petras son igualmente exactas, la “izquierda” anti-estalinista, miserable y corrompida vive estancada, anquilosada e irrelevante, empero lo que no señala Petras es que esa “izquierda”, en los hechos ya no es izquierda, pues se encuentra ya completamente vendida, ya que ha sufrido una INVERSIÓN desde posiciones de izquierda a otras de clara tendencia derechista pero como furgón de cola del capitalismo salvaje.
Lo que no menciona Petras, sin embargo, es la responsabilidad de esa otra “izquierda” anti-estalinista representada por el jruchovismo y su sucesor Gorbachov, en sus responsabilidades para la implantación en Europa y otros países del capitalismo salvaje.

Efectivamente, han sido estas “izquierdas” sedicentes y anquilosadas las que hicieron posible el “triunfo” histórico del capitalismo, respondiendo eficazmente a los requerimientos de los poderes imperiales de occidente.
Empero la labor de zapa de esas “izquierdas” continúa en la actualidad con la conocida posición tercerista que no comprende que en el mundo existe un enemigo fundamental y que el enemigo principal NO es el estalinismo, siendo la obligación de la verdadera izquierda revolucionaria la de orientarse correctamente a la luz de las enseñanzas del Presidente Mao Tse-tung que llama a todos los pueblos del mundo a unirse contra el Imperialismo Norteamericano y todos sus lacayos.
PCmlm

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