domingo, 9 de octubre de 2011

ERNESTO "CHE" GUEVARA: MARXISTA-LENINISTA


Cuadernos de «Liberación» No. 15.


ERNESTO "CHE" GUEVARA:
 MARXISTA-LENINISTA





1.        Dos cartas del Che y un comentario.
2.     Seminario Económico de Solidaridad Afro-Asiática.
        Ernesto Che Guevara. Argel, Argelia. 24 de febrero de 1965.
3.        Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental.
           Ernesto Che Guevara. 16 de abril de 1971. Revista Tricontinental. Suplemento especial.
4.       «Carta del Che Guevara a Armando Hart Dávalos». Dar Es Salam, Tanzania, 4 de diciembre de 1965.
5.      «Yo tengo siete vidas».  Frederic Hetmann.
6.       Relato de Carlos Franqui sobre la ruptura.
7.       El Che Guevara y el marxismo-leninismo. Jorge Echazú Alvarado.
7.       1.  El antirevisionismo del Che Guevara.
7.       2.  El problema militar.
7.   3.  Las discrepancias en el terreno económico.
7.   4.  ¡De una vez por todas!, ¿por qué fue expulsado en Che de Cuba?
7.   5.  Los Girardi, los Kohan y otros impostores contra el Che.

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I

La  carta a los viejos:

«Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo.

Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida… Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.

Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades…

Puede ser que sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del cálculo de probabilidades. Si es así, va un último abrazo.

Los he querido mucho, sólo que no he sabido expresar mi cariño, soy extremadamente rígido en mis acciones y creo que a veces no me entendieron. No era fácil entenderme, por otra parte, créanme, solamente, hoy.

Ahora, una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas piernas flácidas y unos pulmones cansados. Lo haré.

Acuérdense de vez en cuando de este pequeño condotieri del siglo XX, Un beso a Celia, a Roberto, Juan Martín y Patotín, a Beatriz, a todos. Un gran abrazo de hijo pródigo y recalcitrante para ustedes.

Ernesto.»

(El subrayado es nuestro)

El Che sabe que esta vez es su fin……

El Che se define claramente por el rumbo revolucionario frente al revisionismo que lo condena a muerte.






La carta a Fidel:


«Hago formal renuncia a mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos…»


El Che sabe que Fidel necesita probar su lealtad a la Unión Soviética que le exige exiliarlo definitivamente de Cuba en condición de apátrida.


«Otras tierras reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos…….»


La lucha revolucionaria armada es lo único que Fidel no puede negarle.


«Aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor….. Dejo un pueblo que me admitió como un hijo, eso lacera una parte de mi espíritu…. Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo…»


No se dejó que el Che realizara en los hechos sus ideas de construir el socialismo, ideas que no eran las de sus adversarios.





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II

EN ARGEL, ARGELIA

SEGUNDO SEMINARIO ECONOMICO
DE SOLIDARIDAD AFRO-ASIATICA

Queridos hermanos:

Cuba llega a esta Conferencia a elevar por sí sola la voz de los pueblos de América y, como en otras oportunidades lo recalcáramos, también lo hace en su condición de país subdesarrollado que, al mismo tiempo, construye el socia­lismo. No es por casualidad que a nuestra representación se le permita emitir su opinión en el círculo de los pueblos de Asia y Africa. Una aspiración común, la derrota del imperialismo, nos une en nuestra marcha hacia el futuro; un pasado común de lucha contra el mismo enemigo nos ha unido a lo largo del camino.

Esta es una asamblea de los pueblos en lucha; ella se desarrolla en dos frentes de igual importancia y exige el total de nuestros esfuerzos. La lucha contra el imperialismo por librarse de las trabas coloniales o neocoloniales que se lleva a efecto por medio de las armas políticas, de las armas de fuego o por combinaciones de ambas, no está desligada de la lucha contra el atraso y la pobreza; ambas son etapas de un mismo camino que conduce a la creación de una sociedad nueva, rica y justa a la vez. Es imperioso obtener el poder político y liquidar a las clases opresoras, pero, después hay que afrontar la segunda etapa de la lucha que adquiere características, si cabe, más difíciles que las anteriores.

Desde que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han mantenido en la pobreza a la mayoría de la humanidad repartiéndose las ganancias entre el grupo de los países más fuertes. El nivel de vida de esos países está basado en la miseria de los nuestros; para elevar el nivel de vida de los pueblos subdesarrollados, hay que luchar, pues, contra el imperialismo. Y cada vez que un país se desgaja del árbol imperialista, se está ganando no solamente una batalla parcial contra el enemigo fundamental, sino también contribuyendo a su real debilitamiento y dando un paso hacia la victoria definitiva.

No hay fronteras en esta lucha a muerte, no podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurre en cual­quier parte del mundo, una victoria de cualquier país sobre el imperialismo es una victoria nuestra, así como la derrota de una nación cualquiera es una derrota para todos. El ejercicio del internacionalismo proletario es no sólo un deber de los pueblos que luchan por asegurar un futuro mejor; además, es una necesidad insoslayable. Si el enemigo imperialista, norteamericano o cualquier otro, des­arrolla su acción contra los pueblos subdesarrollados y los países socialistas, una lógica elemental determina la nece­sidad de la alianza de los pueblos subdesarrollados y de los países socialistas; si no hubiera ningún otro factor de unión, el enemigo común debiera constituirlo.

Claro que estas uniones no se pueden hacer espontáneamente, sin discusiones, sin que anteceda un pacto, doloroso a veces.

Cada vez que se libera un país, dijimos, es una derrota del sistema imperialista mundial, pero debemos convenir en que el desgajamiento no sucede por el mero hecho de proclamarse una independencia o lograrse una victoria por las armas en una revolución: sucede cuando el dominio económico imperialista cesa de ejercerse sobre un pueblo. Por lo tanto, a los países socialistas les interesa como cosa vital que se produzcan efectivamente esos desgajamientos y es nuestro deber internacional, el deber fijado por la ideología que nos dirige, el contribuir con nuestros esfuer­zos a que la liberación se haga lo más rápida y profunda­mente que sea posible.

De todo esto debe extraerse una conclusión: el desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de la liberación, debe costar a los países socialistas. Lo decimos así, sin el menor ánimo de chantaje o de espectacularidad, ni para la búsqueda fácil de una aproximación mayor al conjunto de los pueblos afroasiáticos; es una convicción profunda.

No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud frater­nal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o está construido el socia­lismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión imperialista.

Creemos que con este espíritu debe afrontarse la respon­sabilidad de ayudar a los países dependientes y que no debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio mutuo basado en los precios que la ley del valor y las rela­ciones internacionales del intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen a los países atrasados.

¿Cómo puede significar "beneficio mutuo" vender a pre­cios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas pro­ducidas en las grandes fábricas automatizadas del presente?

Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación impe­rial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los países subdesarrollados, constituye una parte insignifi­cante del comercio exterior de estos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter inmoral del cambio.

Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores del Occi­dente. El hecho de que sea hoy pequeño el comercio no quiere decir nada: Cuba en el año 59 vendía ocasionalmente azúcar a algún país del bloque socialista, sobre todo a través de corredores ingleses o de otra nacionalidad. Y hoy el ochenta por ciento de su comercio se desarrolla en esa área: todos sus abastecimientos vitales vienen del campo socialista y de hecho ha ingresado en ese campo. No pode­mos decir que este ingreso se haya producido por el mero aumento del comercio, ni que haya aumentado el comercio por el hecho de romper las viejas estructuras y encarar la forma socialista de desarrollo; ambos extremos se tocan y unos y otros se interrelacionan.

Nosotros no empezamos la carrera que terminará en el comunismo con todos los pasos previstos, como producto lógico de un desarrollo ideológico que marchará con un fin determinado; las verdades del socialismo, más las crudas verdades del imperialismo, fueron forjando a nuestro pueblo y enseñándole el camino que luego hemos adoptado cons­cientemente. Los pueblos de Africa y de Asía que vayan a su liberación definitiva deberán emprender esa misma ruta; la emprenderán más tarde o más temprano, aunque su socialismo tome hoy- cualquier adjetivo definitorio. No hay otra definición del socialismo, válida para nosotros, que la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Mientras esto no se produzca, se está en el período de construcción de la sociedad socialista y si en vez de produ­cirse este fenómeno, la tarea de la supresión de la explo­tación se estanca o, aun, se retrocede en ella, no es válido hablar siquiera de construcción del socialismo.

Tenemos que preparar las condiciones para que nuestros hermanos entren directa y conscientemente en la ruta de la abolición definitiva de la explotación, pero no podemos invitarlos a entrar, si nosotros somos cómplices de esa explotación. Si nos preguntaran cuáles son los métodos para fijar precios equitativos, no podríamos contestar, no conocemos la magnitud práctica de esta cuestión, sólo sabe­mos que, después de discusiones políticas, la Unión Soviética y Cuba han firmado acuerdos ventajosos para nosotros, mediante los cuales llegaremos a vender hasta cinco millones de toneladas a precios fijos superiores a los normales en el llamado mercado libre mundial azucarero. La República Popular China también mantiene esos precios de compra.

Esto es sólo un antecedente, la tarea real consiste en fijar los precios que permitan el desarrollo. Un gran cambio de concepción consistirá en cambiar el orden de las rela­ciones internacionales; no debe ser el comercio exterior el que fije la política sino por el contrario, aquel debe estar subordinado a una política fraternal hacía los pueblos.

Analizaremos brevemente el problema de los créditos a largo plazo para desarrollar industrias básicas. Frecuente­mente nos encontramos con que los países beneficiarios se aprestan a fundar bases industriales desproporcionadas a su capacidad actual, cuyos productos no se consumirán en el territorio y cuyas reservas se comprometerán en el esfuerzo.

Nuestro razonamiento es que las inversiones de los estados socialistas en su propio territorio pesan directamente sobre el presupuesto estatal y no se recuperan sino a través de la utilización de los productos en el proceso completo de su colaboración, hasta llegar a los últimos extremos de la manufactura. Nuestra proposición es que se piense en la posibilidad de realizar inversiones de ese tipo en los países subdesarrollados.

De esta manera se podría poner en movimiento una fuerza inmensa, subyacente en nuestros continentes que han sido miserablemente explotados, pero nunca ayudados en su desarrollo y empezar una nueva etapa de auténtica división internacional del trabajo basada, no en la historia de lo que hasta hoy se ha hecho, sino en la historia futura de lo que se puede hacer.

Los estados en cuyos territorios se emplazarán las nuevas inversiones tendrían todos los derechos inherentes a una propiedad soberana sobre los mismos sin que mediare pago o crédito alguno, quedando obligados los poseedores a sumi­nistrar determinadas cantidades de productos a los países inversionistas, durante determinada cantidad de años y a un precio determinado.

Es digna de estudiar también la forma de financiar la parte local de los gastos en que debe incurrir un país que realice inversiones de este tipo. Una forma de ayuda, que no signifique erogaciones en divisas libremente conver­tibles, podría ser el suministro de productos de fácil venta a los gobiernos de los países subdesarrollados, mediante créditos a largo plazo.

Otro de los difíciles problemas a resolver es el de la con­quista de la técnica. Es bien conocido de todos, la carencia de técnicos que sufrimos los países en desarrollo. Faltan instituciones y cuadros de enseñanza. Faltan a veces, la real conciencia de nuestras necesidades y la decisión de llevar a cabo una política de desarrollo técnico cultural e ideoló­gico a la que se asigne una primera prioridad.

Los países socialistas deben suministrar la ayuda para formar los organismos de educación técnica, insistir en la importancia capital de este hecho y suministrar los cuadros que suplan la carencia actual. Es preciso insistir más sobre este último punto: los técnicos que vienen a nuestros países deben ser ejemplares. Son compañeros que deberán enfren­tarse a un medio desconocido, muchas veces hostil a la técnica, que habla una lengua distinta y tiene hábitos totalmente diferentes. Los técnicos que se enfrenten a la difícil tarea deben ser, ante todo, comunistas en el sentido más profundo y noble de la palabra: con esa sola cualidad, más un mínimo de organización y de flexibilidad, se harán maravillas.

Sabemos que se puede lograr porque los países hermanos nos han enviado cierto número de técnicos que han hecho más por el desarrollo de nuestro país que diez institutos y han contribuido a nuestra amistad más que diez emba­jadores o cien recepciones diplomáticas.

Si se pudiera llegar a una efectiva realización de los puntos que hemos anotado y, además, se pusiera al alcance de los países subdesarrollados toda la tecnología de los países adelantados, sin utilizar los métodos actuales de patentes que cubren descubrimientos de unos u otros, habríamos progresado mucho en nuestra tarea común.

El imperialismo ha sido derrotado en muchas batallas parciales. Pero es una fuerza considerable en el mundo y no se puede aspirar a su derrota definitiva sino con el esfuerzo y el sacrificio de todos.

Sin embargo, el conjunto de medidas propuestas no se puede realizar unilateralmente. El desarrollo de los subdes­arrollados debe costar a los países socialistas; de acuerdo, pero también deben ponerse en tensión las fuerzas de los países subdesarrollados y tomar firmemente la ruta de la construcción de una sociedad nueva -póngasele el nombre que se le ponga- donde la máquina, instrumento de trabajo, no sea instrumento de explotación del hombre por el hombre. Tampoco se puede pretender la confianza de los países socialistas cuando se juega al balance entre capita­lismo y socialismo y se trata de utilizar ambas fuerzas como elementos contrapuestos, para sacar de esa compe­tencia determinadas ventajas. Una nueva política de abso­luta seriedad debe regir las relaciones entre los dos grupos de sociedades. Es conveniente recalcar una vez más, que los medios de producción deben estar preferentemente en manos del Estado, para que vayan desapareciendo gradual­mente los signos de la explotación.

Por otra parte, no se puede abandonar el desarrollo a la improvisación más absoluta; hay que planificar la construcción de la nueva sociedad. La planificación es una de las leyes del socialismo y sin ella no existiría aquél. Sin una planificación correcta no puede existir una suficiente garantía de que todos los sectores económicos de cualquier país se liguen armoniosamente para dar los saltos hacia ade­lante que demanda esta época que estamos viviendo. La planificación no es un problema aislado de cada uno de nuestros países, pequeños, distorsionados en su desarrollo, poseedores de algunas materias primas, o productores de algunos productos manufacturados o semimanufacturados carentes de la mayoría de los otros. Esta deberá tender desde el primer momento, a cierta regionalidad para poder compenetrar las conciencias de los países y llegar así a una integración sobre la base de un auténtico beneficio mutuo.

Creemos que el camino actual está lleno de peligros, peligros que no son inventados m previstos para un lejano futuro por alguna mente superior, son el resultado palpable de realidades que nos azotan. La lucha contra el colonia­lismo ha alcanzado sus etapas finales pero en la era actual, el status colonial no es sino una consecuencia de la domi­nación imperialista. Mientras el imperialismo exista, por definición, ejercerá su dominación sobre otros países; esa dominación se llama hoy neocolonialismo.

El neocolonialismo se desarrolló primero en Sudamérica, en todo un continente, y hoy empieza a hacerse notar con intensidad creciente en Africa y Asia. Su forma de penetra­ción y desarrollo tiene características distintas; una, es la brutal que conocimos en el Congo. La fuerza bruta, sin consideraciones ni tapujos de ninguna especie, es su arma extrema. Hay otra más sutil: la penetración en los países que se liberan políticamente, la ligazón con las nacientes burguesías autóctonas, el desarrollo de una clase burguesa parasitaria y en estrecha alianza con los intereses metropolitanos apoyados en un cierto bienestar o desarrollo tran­sitorio del nivel de vida de los pueblos, debido a que, en países muy atrasados, el paso simple de las relaciones feu­dales a las relaciones capitalistas significa un avance grande, independientemente de las consecuencias nefastas que acarrean a la larga para los trabajadores.    

El neocolonialismo ha mostrado sus garras en el Congo; ése no es un signo de poder sino de debilidad; ha debido recurrir a su arma extrema, la fuerza como argumento económico, lo que engendra reacciones opuestas de gran intensidad. Pero también se ejerce en otra serie de países de Africa y del Asia en forma mucho más sutil y se está rápidamente creando lo que algunos han llamado la sud-americanización de estos continentes, es decir, el desarrollo de una burguesía parasitaria que no agrega nada a la riqueza nacional que, incluso, deposita fuera del país en los bancos capitalistas, sus ingentes ganancias mal habidas y que pacta con el extranjero para obtener más beneficios, con un desprecio absoluto por el bienestar de su pueblo.

Hay otros peligros también, como el de la concurrencia entre países hermanos, amigos políticamente y; a veces vecinos que están tratando de desarrollar las mismas inver­siones en el mismo tiempo y para mercados que muchas veces no lo admiten.

Esta concurrencia tiene el defecto de gastar energías que podrían utilizarse de forma de una complementación económica mucho más vasta, además de permitir el juego de los monopolios imperialistas.

En ocasiones, frente a la imposibilidad real de realizar determinada inversión con la ayuda del campo socialista, se realiza ésta mediante acuerdos con los capitalistas. Y esas inversiones capitalistas tienen no sólo el defecto de la forma en que se realizan los préstamos, sino también otros complementarios de mucha importancia, como es el establecimiento de sociedades mixtas con un peligroso ve­cino. Como, en general, las inversiones son paralelas a las de otros estados, esto propende a las divisiones entre países amigos por diferencias económicas e instaura el peligro de la corrupción emanada de la presencia constante del capita­lismo, hábil en la presentación de imágenes de desarrollo y bienestar que nublan el entendimiento de mucha gente.

Tiempo después, la caída de los precios en los mercados es la consecuencia de una saturación de producción simi­lar. Los países afectados se ven en la obligación de pedir nuevos préstamos o permitir inversiones complementarias para la concurrencia. La caída de la economía en manos de los monopolios y un retorno lento pero seguro al pasado es la consecuencia final de una tal política. A nuestro entender, la única forma segura de realizar inversiones con la participación directa del estado como comprador íntegro de los bienes, limitando la acción imperialista a los contratos de suministros y no dejándolos entrar más allá de la puerta de la calle de nuestra casa- Y aquí es lícito apro­vechar las contradicciones interimperialistas para conse­guir condiciones menos onerosas.

Hay que prestar atención a las "desinteresadas" ayudas económicas, culturales, etc., que el imperialismo otorga de por sí o a través de estados títeres mejor recibidos en ciertas partes del mundo.

Sí todos los peligros apuntados no se ven a tiempo, el camino neocolonial puede inaugurarse en países que han empezado con fe y entusiasmo su tarea de liberación nacio­nal, estableciéndose la dominación de los monopolios con sutileza, en una graduación tal que es muy difícil percibir sus efectos hasta que éstos se hacen sentir brutalmente.

Hay toda una tarea por realizar, problemas inmensos se plantean a nuestros dos mundos, el de los países socialistas y este llamado el tercer mundo; problemas que están directamente relacionados con el hombre y su bienestar  con la lucha contra el principal culpable de nuestro atraso.

Frente a ellos, todos los países y los pueblos conscientes de sus deberes, de los peligros que entraña la situación, de los sacrificios que entraña el desarrollo, debemos tomar medidas concretas para que nuestra amistad se ligue en los dos planos, el económico y el político, que nunca pueden marchar separados, y formar un gran bloque compacto que a su vez ayude a nuevos países a liberarse no sólo del poder político sino también del poder económico imperialista.

El aspecto de la liberación por las armas de un poder político opresor debe tratarse según las reglas del inter­nacionalismo proletario: si constituye un absurdo al pensar que un director de empresa de un país socialista en guerra vaya a dudar en enviar los tanques que produce a un frente donde no haya garantía de pago, no menos absurdo debe parecer el que se averigüe la posibilidad de pago de un pueblo que lucha por la liberación o necesita esas armas para defender su libertad. Las armas no pueden ser mercancía en nuestros mundos, deben entregarse sin costo y en las cantidades necesarias y posibles a los pue­blos que las demanden, para disparar contra el enemigo común. Ese es el espíritu con que la URSS y la República Popular de China nos han brindado su ayuda militar. Somos socialistas, constituimos una garantía de utilización de esas armas, pero no somos los únicos y todos debemos tener el mismo tratamiento.

El ominoso ataque del imperialismo norteamericano con­tra Vietnam o el Congo debe responderse suministrando a esos países hermanos todos los instrumentos de defensa que necesiten y dándoles toda nuestra solidaridad sin con­dición alguna.

En el aspecto económico, necesitamos vencer el camino del desarrollo con la técnica más avanzada posible. No podemos ponernos a seguir la larga escala ascendente de la humanidad desde el feudalismo hasta la era atómica y automática, porque sería un camino de ingentes sacri­ficios y parcialmente inútil. La técnica hay que tomarla donde esté; hay que dar el gran salto técnico para ir dis­minuyendo la diferencia que hoy existe entre los países más desarrollados y nosotros. Esta debe estar en las gran­des fábricas y también en una agricultura conveniente­mente desarrollada y, sobre todo, debe tener sus pilares en una cultura técnica e ideológica con la suficiente fuerza y base de masas como para permitir la nutrición continua de los institutos y los aparatos de investigación que hay que crear en cada país y de los hombres que vayan ejer­ciendo la técnica actual y que sean capaces de adaptarse a las nuevas técnicas adquiridas.

Estos cuadros deben tener una clara conciencia de su deber para con la sociedad en la cual viven; no podrá haber una cultura técnica adecuada si no está complementada con una cultura ideológica. Y, en la mayoría de nuestros países, no podrá haber una base suficiente de desarrollo industrial, que es el que determina el desarrollo de la sociedad mo­derna, si no se empieza por asegurar al pueblo la comida necesaria, los bienes de consumo más imprescindibles y una educación adecuada.

Hay que gastar una buena parte del ingreso nacional en las inversiones llamadas improductivas de la educación y hay que dar una atención preferente al desarrollo de la productividad agrícola. Esta ha alcanzado niveles realmente increíbles en muchos países capitalistas, provocando el contrasentido de crisis de superproducción de invasión de gra­nos y otros productos alimenticios o de materias primas industriales provenientes de países desarrollados, cuando hay todo un mundo que padece hambre y que tiene tierra y hombres suficientes para producir varías veces lo que el mundo entero necesita para nutrirse.

La agricultura debe ser considerada como un pilar fundamental en el desarrollo y, para ello, los cambios de la estructura agrícola y la adaptación a las nuevas posibili­dades de la técnica y a las nuevas obligaciones de la elimi­nación de la explotación del 'hombre, deben constituir aspectos fundamentales del trabajo.

Antes de tomar determinaciones costosas que pudieran ocasionar daños irreparables, es preciso hacer una prospec­ción cuidadosa del territorio nacional, constituyendo este aspecto uno de los pasos preliminares de la investigación económica y exigencia elemental en una correcta planificación.

Apoyamos calurosamente la proposición de Argelia en el sentido de institucionalizar nuestras relaciones. Queremos solamente presentar algunas consideraciones complemen­tarías.

Primero: Para que la unión sea instrumento de la lucha contra el imperialismo, es preciso el concurso de los pue­blos latinoamericanos y la alianza de los países socialistas.

Segundo: Debe velarse por el carácter revolucionario de la unión, impidiendo el acceso a ella de gobiernos o movi­mientos que no estén identificados con las aspiraciones generales de los pueblos y creando mecanismos que permi­tan la separación de alguno que se separe de la ruta justa, sea gobierno o movimiento popular.

Tercero: Debe propugnarse el establecimiento de nuevas relaciones en pie de igualdad entre nuestros países y los capitalistas, estableciendo una jurisprudencia revolucionaria que nos ampare en caso de conflicto y dé nuevo contenido a las relaciones entre nosotros y el resto del mundo.

Hablamos un lenguaje revolucionario y luchamos hones­tamente por el triunfo de esa causa, pero muchas veces nos enredamos nosotros mismos en las mallas de un derecho internacional creado como resultado de los confrontamien­tos de las potencias imperialistas y no por la lucha de los pueblos libres, y de los pueblos justos.

Nuestros pueblos, por ejemplo, sufren la presión angus­tiosa de bases extranjeras emplazadas en su territorio o deben llevar el pesado fardo de deudas externas de increí­ble magnitud. La historia de estas tareas es bien conocida de todos: gobiernos títeres, gobiernos debilitados por una larga lucha de liberación o el desarrollo de las leyes capita­listas del mercado, han permitido la firma de acuerdos que amenazan nuestra estabilidad interna y comprometen nues­tro porvenir.

Es la hora de sacudirnos el yugo, imponer la renegociación de las deudas externas opresivas y obligar a los imperialistas a abandonar sus bases de agresión.

No quisiera acabar estas palabras, esta repetición de conceptos de todos ustedes conocidos, sin hacer un llamado de atención a este Seminario en el sentido de que Cuba no es el único país americano; simplemente, es el que tiene la oportunidad de hablar hoy ante ustedes; que otros pueblos están derramando su sangre, para lograr el dere­cho que nosotros tenemos y, desde aquí, y de todas las conferencias y en todos los lugares, donde se produzcan, simul­táneamente con el saludo a los pueblos heroicos de Viet­nam, de Laos, de la Guinea llamada Portuguesa, de Sudáfrica o Palestina, a todos los países explotados que luchan por su emancipación debemos extender nuestra voz amiga, nuestra mano y nuestro aliento, a los pueblos hermanos de Venezuela, de Guatemala y de Colombia, que hoy, con las manos armadas, están diciendo definitivamente ¡no!, al enemigo imperialista.

Y hay pocos escenarios para afirmarlo tan simbólicos como Argel, una de las más heroicas capitales de la liber­tad. Que el magnifico pueblo argelino, entrenado como pocos en los sufrimientos de la independencia, bajo la deci­dida dirección de su partido, con nuestro querido compa­ñero Ahmed Ben Bella a la cabeza, nos sirva de inspiración en esta lucha sin cuartel contra el imperialismo mundial.


(Las negrillas y los subrayados, son nuestros)



III

  MENSAJE A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
A TRAVÉS DE LA TRICONTINENTAL

[Discurso del 24 de febrero de 1 965]

Crear dos, tres... muchos Vietnam,
es la consigna.
Che Guevara.

Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz.
José Marti

Ya se han cumplido veintiún años desde el fin de la última conflagración mundial y diversas publicaciones, en infinidad de lenguas, celebran el acontecimiento simbolizado en la derrota del Japón. Hay un clima de aparente optimismo en muchos sectores de los dispares campos en que el mundo se divide.

Veintiún años sin guerra mundial, en estos tiempos de confrontaciones máximas, de choques violentos y cambios repentinos, parecen una cifra muy alta. Pero, sin analizar los resultados prácticos de esa paz por la que todos nos manifestamos dispuestos a luchar (la miseria, la degrada­ción, la explotación cada vez mayor de enormes sectores del mundo) cabe preguntarse si ella es real.

No es la intención de estas notas historiar los diversos conflictos de carácter local que se han sucedido desde la rendición del Japón, no es tampoco nuestra tarea hacer el recuento, numeroso y creciente, de luchas civiles ocurridas durante estos años de pretendida paz. Bástenos poner como ejemplos contra el desmedido optimismo las guerras de Corea y Vietnam.

En la primera, tras años de lucha feroz, la parte norte del país quedó sumida en la más terrible devastación que figure en los anales de la guerra moderna; acribillada a bombas; sin fábricas, escuelas u hospitales; sin ningún tipo de habitación para albergar a diez millones de habitantes.

En esta guerra intervinieron, bajo la fementida bandera de las Naciones Unidas, decenas de países conducidos militarmente por los Estados Unidos, con la participación ma­siva de soldados de esa nacionalidad y el uso, como carne de cañón, de la población surcoreana enrolada.

En el otro bando, el ejército y el pueblo de Corea y los voluntarios de la República Popular China contaron con el abastecimiento y asesoría del aparato militar soviético. Por parte de los norteamericanos se hicieron toda clase de pruebas de armas de destrucción, excluyendo las termonucleares pero incluyendo las bacteriológicas y químicas, en escala limitada. En Vietnam, se han sucedido acciones béli­cas, sostenidas por las fuerzas patrióticas de ese país casi ininterrumpidamente contra tres potencias imperialistas:

Japón, cuyo poderío sufriera una caída vertical a partir de las bombas de Hiroshima y Nagasaki; Francia, que recupera de aquel país vencido sus colonias indochinas e ignoraba las promesas hechas en momentos difíciles; y los Estados Uni­dos, en esta última fase de la contienda.

¿Hubieron confrontaciones limitadas en todos los conti­nentes, aun cuando en el americano, durante mucho tiempo, sólo se produjeron conatos de lucha de liberación y cuar­telazos, hasta que la Revolución cubana diera su clarinada de alerta sobre la importancia de esta región y atrajera las iras imperialistas, obligándola a la defensa de sus cos­tas en Playa Girón, primero, y durante la Crisis de Octubre, después.

Este último incidente pudo haber provocado una guerra de incalculables proporciones, al producirse, en torno a Cuba, el choque de norteamericanos y soviéticos.

Pero, evidentemente, el foco de las contradicciones, en este momento, está radicado en los territorios de la penín­sula indochina y los países aledaños. Laos y Vietnam son sacudidos por guerras civiles, que dejan de ser tales al ha­cerse presente, con todo su poderío, el imperialismo nor­teamericano, y toda la zona se convierte en una peligrosa espoleta presta a detonar.

En Vietnam la confrontación ha adquirido características de una agudeza extrema. Tampoco es nuestra intención historiar esta guerra. Simplemente, señalaremos algunos hitos de recuerdo.

En 1954, tras la derrota aniquilante de Dien-Bien-Phu, se firmaron los acuerdos de Ginebra, que dividían al país en dos zonas y estipulaban la realización de elecciones en un plazo de 18 meses, para determinar quiénes debían go­bernar a Vietnam y cómo se reunificaría el país. Los nor­teamericanos no firmaron dicho documento, comenzando las maniobras para sustituir al emperador Bao Dai, títere francés, por un hombre adecuado a sus intenciones. Este resultó ser Ngo Din Diem, cuyo trágico fin --el de la na­ranja exprimida por el imperialismo-- es conocido de todos.

En los meses posteriores a la firma del acuerdo, reinó el optimismo en el campo de las fuerzas populares. Se des­mantelaron reductos de lucha antifrancesa en el sur del país y se esperó el cumplimiento de lo pactado. Pero pronto comprendieron los patriotas que no habría elecciones a menos que los Estados Unidos se sintieran capaces de im­poner su voluntad en las urnas, cosa que no podía ocurrir, aun utilizando todos los métodos de fraude de ellos cono­cidos.

Nuevamente se iniciaron las luchas en el sur del país y fueron adquiriendo mayor intensidad hasta llegar al mo­mento actual, en que el ejército norteamericano se compone de casi medio millón de invasores, mientras las fuerzas títeres disminuyen su número, y sobre todo, han perdido totalmente la combatividad.

Hace cerca de dos años que los norteamericanos comen­zaron el bombardeo sistemático de la República Democrá­tica de Vietnam en un intento más de frenar la combati­vidad del sur y obligar a una conferencia desde posiciones de fuerza. Al principio, los bombardeos fueron más o menos aislados y se revestían de la máscara de represalias por supuestas provocaciones del norte. Después aumentaron en intensidad y método, hasta convertirse en una gigan­tesca batida llevada a cabo por las unidades aéreas de los Estados Unidos, día a día, con el propósito de destruir todo vestigio de civilización en la zona norte del país. Es un episodio de la tristemente célebre escalada.

Las aspiraciones materiales del mundo yanqui se han cumplido en buena parte a pesar de la denodada defensa de las unidades antiaéreas vietnamitas, de los más de 1 700 aviones derribados y de la ayuda del campo socialista en material de guerra.

Hay una penosa realidad: Vietnam, esa nación que repre­senta las aspiraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, está trágicamente solo. Ese pueblo debe soportar los embates de la técnica norteamericana, casi a mansalva en el sur, con algunas posibilidades de defensa en el norte, pero siempre solo.

La solidaridad del mundo progresista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria.

Cuando analizamos la soledad vietnamita nos asalta la angustia de este momento ilógico de la humanidad. El imperialismo norteamericano es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartidos por todo el orbe.

¡Ya lo sabemos, señores! Pero también son culpables los que en el momento de definición vacilaron en hacer de Vietnam parte inviolable del territorio socialista, corriendo, sí, los riesgos de una guerra de alcance mundial, pero tam­bién obligando a una decisión a los imperialistas nortea­mericanos. Y son culpables los que mantienen una guerra de denuestos y zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes de las dos más grandes potencias del campo socialista.

Preguntemos, para lograr una respuesta honrada: ¿Está o no aislado el Vietnam, haciendo equilibrios peligrosos entre las dos potencias en pugna?

Y, ¡qué grandeza la de ese pueblo! ¡Qué estoicismo y valor, el de ese pueblo! ¡Y qué lección para el mundo entraña esa lucha!

Hasta dentro de mucho tiempo no sabremos si el presi­dente Johnson pensaba en serio iniciar algunas de las reformas necesarias a un pueblo para limar aristas de las contradicciones de clase que asoman con fuerza explosiva y cada vez más frecuentemente. Lo cierto es que las me­joras anunciadas bajo el pomposo título de lucha por la gran sociedad han caído en el sumidero de Vietnam.

El más grande de los poderes imperialistas siente en sus entrañas el desangramiento provocado por un país pobre y atrasado y su fabulosa economía se resiente del esfuerzo de guerra. Matar deja de ser el más cómodo negocio de los monopolios. Armas de contención, y no en número sufi­ciente, es todo lo que tienen estos soldados maravillosos además del amor a su patria, a su sociedad y un valor a toda prueba. Pero el imperialismo se empantana en Vietnam, no halla camino de salida y busca desesperadamente alguno que le permita sortear con dignidad este peligroso trance en que se ve. Mas los "cuatro puntos" del norte y "los cinco" del sur lo atenazan, haciendo aún más decidida la con­frontación.

Todo parece indicar que la paz, esa paz precaria a la que se ha dado tal nombre, sólo porque no se ha producido ninguna conflagración de carácter mundial, está otra vez en peligro de romperse ante cualquier paso irreversible, e inaceptable, dado por los norteamericanos.

Y, a nosotros, explotados del mundo, ¿cuál es el papel que nos corresponde? Los pueblos de tres continentes ob­servan y aprenden su lección en Vietnam. Ya que, con la amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad, no temer la guerra, es la respuesta justa. Atacar dura e ininterrumpidamente en cada punto de confrontación, debe ser la táctica general de los pueblos.

Pero, en los lugares en que esta mísera paz que sufrimos no ha sido rota, ¿cuál será nuestra tarea? Liberarnos a cualquier precio.

El panorama del mundo muestra una gran complejidad. La tarea de la liberación espera aún a países de la vieja Europa, suficientemente desarrollados para sentir todas las contradicciones del capitalismo, pero tan débiles que no pueden ya seguir el rumbo del imperialismo o iniciar esa ruta. Allí las contradicciones alcanzarán en los próximos años carácter explosivo, pero sus problemas y, por ende, la solución de los mismos son diferentes a la de nuestros pueblos dependientes y atrasados económicamente.

El campo fundamental de la explotación del imperialismo abarca los tres continentes atrasados, América, Asia y Africa. Cada país tiene características propias, pero los continentes, en su conjunto, también las presentan.

América constituye un conjunto más o menos homogé­neo y en la casi totalidad de su territorio los capitales mo­nopolistas norteamericanos mantienen una primacía abso­luta. Los gobiernos títeres o, en el mejor de los casos, débi­les y medrosos, no pueden oponerse a las órdenes del amo yanqui. Los norteamericanos han llegado casi al máximo de su dominación política y económica, poco más podría avanzar ya; cualquier cambio de la situación podría con­vertirse en un retroceso en su primacía. Su política es mantener lo conquistado. La línea de acción se reduce en el momento actual, al uso brutal de la fuerza para impedir movimientos de liberación, de cualquier tipo que sean.

Bajo el slogan, "no permitiremos otra Cuba", se encubre la posibilidad de agresiones a mansalva, como la perpetrada contra Santo Domingo o, anteriormente, la masacre de Panamá, y la clara advertencia de que las tropas yanquis están dispuestas a intervenir en cualquier lugar de Amé­rica donde el orden establecido sea alterado, poniendo en peligro sus intereses. Esa política cuenta con una impuni­dad casi absoluta; la OEA es una máscara cómoda, por desprestigiada que esté; la ONU es de una ineficiencia ra­yana en el ridículo o en lo trágico; los ejércitos de todos los países de América están listos a intervenir para aplas­tar a sus pueblos. Se ha formado, de hecho, la internacional del crimen y la traición.

Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatu­ra de revolución.

Asia es un continente de características diferentes. Las luchas de liberación contra una serie de poderes coloniales europeos, dieron por resultado el establecimiento de go­biernos más o menos progresistas, cuya evolución posterior ha sido, en algunos casos, de profundización de los obje­tivos primarios de la liberación nacional y en otros de rever­sión hacia posiciones proimperialistas.

Desde el punto de vista económico, Estados Unidos tenía poco que perder y mucho que ganar en Asia. Los cambios le favorecen; se lucha por desplazar a otros poderes neocoloniales, penetrar nuevas esferas de acción en el campo económico, a veces directamente, otras utilizando al Japón.

Pero existen condiciones políticas especiales, sobre todo en la península indochina, que le dan características de capital importancia al Asia y juegan un papel importante en la estrategia militar global del imperialismo norteame­ricano. Este ejerce un cerco a China a través de Corea del Sur, Japón, Taiwán, Vietnam del Sur y Tailandia, por lo menos.

Esa doble situación: un interés estratégico tan impor­tante como el cerco militar a la República Popular China y la ambición de sus capitales por penetrar esos grandes mercados que todavía no dominan, hacen que el Asia sea uno de los lugares más explosivos del mundo actual, a pesar de la aparente estabilidad fuera del área vietnamita.

Perteneciendo geográficamente a este continente, pero con sus propias contradicciones, el Oriente Medio está en plena ebullición, sin que se pueda prever hasta dónde llegará esa guerra fría entre Israel, respaldada por los imperialistas, y los países progresistas de la zona. Es otro de los volcanes amenazadores del mundo.

El Africa ofrece las características de ser un campo casi virgen para la invasión neocolonial. Se han producido cam­bios que, en alguna medida, obligaron a los poderes neoco­loniales a ceder sus antiguas prerrogativas de carácter absoluto. Pero, cuando los procesos se llevan a cabo inin­terrumpidamente, al colonialismo sucede, sin violencia, un neocolonialismo de iguales efectos en cuanto a la domina­ción económica se refiere.

Estados Unidos no tenía colonias en esta región y ahora lucha por penetrar en los antiguos cotos cerrados de sus socios. Se puede asegurar que Africa constituye, en los países estratégicos del imperialismo norteamericano, su reser­vorio a largo plazo; sus inversiones actuales sólo tienen importancia en la Unión Sudafricana y comienza su pene­tración en el Congo, Nigeria y otros países, donde se inicia una violenta competencia (con carácter pacífico hasta aho­ra) con otros poderes imperialistas.

No tiene todavía grandes intereses que defender salvo su pretendido derecho a intervenir en cada lugar del globo en que sus monopolios olfateen buenas ganancias o la exis­tencia de grandes reservas de materias primas.

Todos estos antecedentes hacen lícito el planteamiento interrogante sobre las posibilidades de liberación de los pueblos a corto o mediano plazo.

Si analizamos el Africa veremos que se lucha con alguna intensidad en las colonias portuguesas de Guinea, Mozam­bique y Angola, con particular éxito en la primera y con éxito variable en las dos restantes. Que todavía se asiste a la lucha entre los sucesores de Lumumba y los viejos cómplices de Tshombe en el Congo, lucha que, en el momento actual, parece inclinarse a favor de los últimos, los que han "pacificado" en su propio provecho una gran parte del país, aunque la guerra se mantenga latente.

En Rhodesia el problema es diferente: el imperialismo bri­tánico utilizó todos los mecanismos a su alcance para entre­gar el poder a la minoría blanca que lo detenta actualmente. El conflicto, desde el punto de vista de Inglaterra, es abso­lutamente antioficial, sólo que esta potencia, con su habi­tual habilidad diplomática -también llamada hipocresía en buen romance- presenta una fachada de disgustos ante las medidas tomadas por el gobierno de Ian Smith, y es apoyada en su taimada actitud por algunos de los países del Commonwealth que la siguen, y atacada por una buena parte de los países del Africa Negra, sean o no dóciles va­sallos económicos del imperialismo inglés.

En Rhodesia la situación puede tornarse sumamente explosiva si cristalizaran los esfuerzos de los patriotas ne­gros para alzarse en armas y este movimiento fuera apo­yado efectivamente por las naciones africanas vecinas. Pero por ahora todos los problemas se ventilan en organismos tan inocuos como la ONU, el Commonwealth o la OUA.

Sin embargo, la evolución política y social del Africa no hace prever una situación revolucionaria continental. Las luchas de liberación contra los portugueses deben terminar victoriosamente, pero Portugal no significa nada en la nó­mina imperialista. Las confrontaciones de importancia revo­lucionaria son las que ponen en jaque a todo el aparato imperialista, aunque no por eso dejemos de luchar por la liberación de las tres colonias portuguesas y por la profun­dización de sus revoluciones.

Cuando las masas negras de Sudáfrica o Rhodesia ini­cien su auténtica lucha revolucionaria, se habrá iniciado una nueva época en el Africa. O, cuando las masas empobrecidas de un país se lancen a rescatar su derecho a una vida digna, de las manos de las oligarquías gobernantes.

Hasta ahora se suceden los golpes cuartelarios en que un grupo de oficiales reemplaza a otro o a un gobernante que ya no sirva sus intereses de casta y a los de las poten­cias que los manejan solapadamente pero no hay convul­siones populares. En el Congo se dieron fugazmente estas características impulsadas por el recuerdo de Lumumba, pero han ido perdiendo fuerza en los últimos meses.

En Asia, como vimos, la situación es explosiva, y no son sólo Vietnam y Laos, donde se lucha, los puntos de fric­ción. También lo es Cambodia, donde en cualquier momen­to puede iniciarse la agresión directa norteamericana, Tai­landia, Malasia y, por supuesto, Indonesia, donde no pode­mos pensar que se haya dicho la última palabra pese al aniquilamiento del Partido Comunista de ese país, al ocupar el poder los reaccionarios. Y, por supuesto, el Oriente Medio.

En América Latina se lucha con las armas en la mano en Guatemala, Colombia, Venezuela y Bolivia y despuntan ya los primeros brotes en Brasil. Hay otros focos de resis­tencia que aparecen y se extinguen. Pero casi todos los países de este continente están maduros para una lucha de tipo tal, que para resultar triunfante, no puede con­formarse con menos que la instauración de un gobierno de corte socialista.

En este continente se habla prácticamente una lengua, salvo el caso excepcional del Brasil, con cuyo pueblo los de habla hispana pueden entenderse, dada la similitud entre ambos idiomas. Hay una identidad tan grande entre las clases de estos países que logran una identificación de tipo "internacional americano", mucho más completa que en otros continentes. Lengua, costumbres, religión, amo común, los unen. El grado y las formas de explotación son simila­res en sus efectos para explotadores y explotados de una buena parte de los países de nuestra América. Y la rebe­lión está madurando aceleradamente en ella.

Podemos preguntarnos: esta rebelión, ¿cómo fructifica­rá?; ¿de qué tipo será? Hemos sostenido desde hace tiempo que dadas sus características similares, la lucha en América adquirirá, en su momento, dimensiones continentales; Será escenario de muchas grandes batallas dadas por la humanidad para su liberación.

En el marco de esa lucha de alcance continental, las que actualmente se sostienen en forma activa son sólo episo­dios, pero ya han dado los mártires que figurarán en la historia americana como entregando su cuota de sangre necesaria en esta última etapa de la lucha por la libertad plena del hombre. Allí figurarán los nombres del comandante Turcios Lima, del cura Camilo Torres, del coman­dante Fabricio Ojeda, de los comandantes Lobatón y Luís de la Puente Uceda, figuras principalísimas en los movi­mientos revolucionarios de Guatemala, Colombia, Vene­zuela y Perú.

Pero la movilización activa del pueblo crea sus nuevos dirigentes: César Montes y Yon Sosa levantan la bandera en Guatemala, Fabio Vázquez y Marulanda lo hacen en Colombia, Douglas Bravo en el occidente del país y Amé­rico Martín en El Bachiller, dirigen sus respectivos frentes en Venezuela.

Nuevos brotes de guerra surgirán en estos y otros países americanos, como ya ha ocurrido en Bolivia, e irán crecien­do, con todas las vicisitudes que entraña este peligroso oficio de revolucionario moderno. Muchos morirán víctimas de sus errores, otros caerán en el duro combate que se aveci­na; nuevos luchadores y nuevos dirigentes surgirán al calor de la lucha revolucionaria. El pueblo irá formando sus combatientes y sus conductores en el marco selectivo de la guerra misma, y los agentes yanquis de represión aumentarán. Hoy hay asesores en todos los países donde la lucha armada se mantiene y el ejército peruano realizó, al parecer, una exitosa batida contra los revolucionarios de ese país, también asesorado y entrenado por los yanquis. Pero silos focos de guerra se llevan con suficiente destre­za política y militar, se harán prácticamente imbatibles y exigirán nuevos envíos de los yanquis. En el propio Perú, con tenacidad y firmeza, nuevas figuras aún no completa­mente conocidas, reorganizan la lucha guerrillera. Poco a poco, las armas obsoletas que bastan para la represión de las pequeñas bandas armadas, irán convirtiéndose en armas modernas y los grupos de asesores en combatientes norte­americanos, hasta que, en un momento dado, se vean obli­gados a enviar cantidades crecientes de tropas regulares para asegurar la relativa estabilidad de un poder cuyo ejér­cito nacional títere se desintegra ante los combates de las guerrillas. Es el camino de Vietnam; es el camino que deben seguir los pueblos; es el camino que seguirá América, con la característica especial de que los grupos en armas pu­dieran formar algo así como Juntas de Coordinación para hacer más difícil la tarea represiva del imperialismo yanqui y facilitar la propia causa.

América, continente olvidado por las últimas luchas polí­ticas de liberación, que empieza a hacerse sentir a través de la Tricontinental en la voz de la vanguardia de sus pueblos, que es la Revolución cubana, tendrá una tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del segundo o tercer Vietnam o del segundo y tercer Vietnam del mundo.

En definitiva, hay que tener en cuenta que el imperia­lismo es un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una gran confrontación mundial. La finalidad estratégica de esa lucha debe ser la destruc­ción del imperialismo. La participación que nos toca a nos­otros, los explotados y atrasados del mundo, es la de elimi­nar las bases de sustentación del imperialismo: nuestros pueblos oprimidos, de donde extraen capitales, materias pri­mas, técnicos y obreros baratos y a donde exportan nuevos capitales -instrumentos de dominación-, armas y toda clase de artículos, sumiéndonos en una dependencia absoluta.

El elemento fundamental de esa finalidad estratégica será, entonces, la liberación real de los pueblos; liberación que se producirá, a través de lucha armada, en la mayoría de los casos, y que tendrá, en América, casi indefectiblemente, la propiedad de convertirse en una revolución socialista.

Al enfocar la destrucción del imperialismo, hay que iden­tificar a su cabeza, la que no es otra que los Estados Unidos de Norteamérica.

Debernos realizar una tarea de tipo general que tenga como finalidad táctica sacar al enemigo de su ambiente obligándolo a luchar en lugares donde sus hábitos de vida choquen con la realidad imperante. No se debe despreciar al adversario; el soldado norteamericano tiene capacidad técnica y está respaldado por medios de tal magnitud que lo hacen temible. Le falta esencialmente la motivación ideológica que tienen en grado sumo sus más enconados rivales de hoy: los soldados vietnamitas. Solamente podre­mos triunfar sobre ese ejército en la medida en que logre­mos minar su moral. Y ésta se mina infligiéndole derrotas y ocasionándole sufrimientos repetidos.

Pero este pequeño esquema de victorias encierra dentro de sí sacrificios inmensos de los pueblos, sacrificios que deben exigirse desde hoy, a la luz del día, y que quizás sean menos dolorosos que los que debieron soportar si re­huyéramos constantemente el combate, para tratar de que otros sean los que nos saquen las castañas del fuego.    

Claro que, el último país en liberarse, muy probable­mente lo hará sin lucha armada, y los sufrimientos de una guerra larga y tan cruel como la que hacen los imperialis­tas, se le ahorrarán a ese pueblo. Pero tal vez sea imposible eludir esa lucha o sus efectos, en una contienda de carácter mundial y se sufra igual o más aún. No podemos predecir el futuro, pero jamás debemos ceder a la tentación claudi­cante de ser los abanderados de un pueblo que anhela su libertad, pero reniega de la lucha que ésta conlleva y la espera como un mendrugo de victoria.

Es absolutamente justo evitar todo sacrificio inútil. Por eso es tan importante el esclarecimiento de las posibilidades efectivas que tiene la América dependiente de liberarse en forma pacífica. Para nosotros está clara la solución de esta interrogante; podrá ser o no el momento actual el indicado para iniciar la lucha, pero no podemos hacernos ninguna ilusión, ni tenemos derecho a ello de lograr la libertad sin combatir. Y los combates no serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni de huelgas gene­rales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruya en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será una lucha larga, cruenta, donde su frente estará en los refugios guerrilleros, en las ciudades, en las casas de los combatientes -donde la re­presión irá buscando víctimas fáciles entre sus familiares- en la población campesina masacrada, en las aldeas o ciu­dades destruidas por el bombardeo enemigo.

Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que pre­pararla y decidirse a emprenderla.

Los comienzos no serán fáciles; serán sumamente difí­ciles. Toda la capacidad de represión, toda la capacidad de brutalidad y demagogia de las oligarquías se pondrá al ser­vicio de su causa. Nuestra misión, en la primera hora, es sobrevivir, después actuará el ejemplo perenne de la gue­rrilla realizando la propaganda armada en la acepción viet­namita de la frase, vale decir, la propaganda de los tiros, de los combates que se ganan o se pierden, pero se dan, con­tra los enemigos. La gran enseñanza de la invencibilidad de la guerrilla prendiendo en las masas de los desposeídos. La galvanización del espíritu nacional, la preparación para tareas más duras, para resistir represiones más violentas.

El odio como factor de lucha; el odio intransigente al ene­migo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tie­nen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.

Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aun dentro de los mis­mos: atacarlo dondequiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo. Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma.

Y que se desarrolle un verdadero internacionalismo pro­letario; con ejércitos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se luche sea la causa sagrada de la redención de la humanidad, de tal modo que morir bajo las enseñas de Vietnam, de Venezuela, de Guatemala, de Laos, de Guinea, de Colombia, de Bolivia, de Brasil, para citar sólo los escenarios actuales de la lucha armada, sea igual­mente gloriosa y apetecible para un americano, un asiático, un africano y, aun, un europeo.

Cada gota de sangre derramada en un territorio bajo cuya bandera no se ha nacido, es experiencia que recoge quien sobrevive para aplicarla luego en la lucha por la libe­ración de su lugar de origen. Y cada pueblo que se libere, es una fase de la batalla por la liberación del propio pueblo que se ha ganado.

Es la hora de atemperar nuestras discrepancias y ponerlo todo al servicio de la lucha.

Que agitan grandes controversias al mundo que lucha por la libertad, lo sabemos todos y no lo podemos esconder. Que han adquirido un carácter y una agudeza tales que luce sumamente difícil, si no imposible, el diálogo y la conciliación, también lo sabemos. Buscar métodos para ini­ciar un diálogo que los contendientes rehúyen es una tarea inútil. Pero el enemigo está allí, golpea todos los días y amenaza con nuevos golpes y esos golpes nos unirán, hoy, mañana o pasado. Quienes antes lo capten y se preparen a esa unión necesaria tendrán el reconocimiento de los pueblos.

Dadas las virulencias e intransigencias con que se de­fiende cada causa, nosotros, los desposeídos, no podemos tomar partido por una u otra forma de manifestar las dis­crepancias, aun cuando coincidamos a veces con algunos planteamientos de una u otra parte, o en mayor medida con los de una parte que con los de la otra. En el momento de la lucha, la forma en que se hacen visibles las actuales diferencias constituyen una debilidad; pero en el estado en que se encuentran, querer arreglarías mediante palabras es una ilusión. La historia las irá borrando o dándoles su verdadera explicación.

En nuestro mundo en lucha, todo lo que sea discrepancia en torno a la táctica, método de acción para la consecución de objetivos limitados, debe analizarse con el respeto que merecen las apreciaciones ajenas. En cuanto al gran obje­tivo estratégico, la destrucción total del imperialismo por medio de la lucha, debemos ser intransigentes.

Sinteticemos así nuestras aspiraciones de victoria: des­trucción del imperialismo mediante la eliminación de su baluarte más fuerte: el dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica. Tomar como función táctica la liberación gradual de los pueblos, uno a uno o por grupos, llevando al enemigo a una lucha difícil fuera de su terre­no; liquidándole sus bases de sustentación, que son sus territorios dependientes.

Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más, una guerra cruel. Que nadie se engañe cuando la vaya a iniciar y que nadie vacile en iniciarla por temor a los resultados que pueda traer para su pueblo. Es casi la única esperanza de victoria.

No podemos eludir el llamado de la hora. Nos lo enseña Vietnam con su permanente lección de heroísmo, su trágica y cotidiana lección de lucha y de muerte para lograr la vic­toria final.

Allí, los soldados del imperialismo encuentran la incomodidad de quien, acostumbrado al nivel de vida que ostenta la nación norteamericana, tiene que enfrentarse con la tie­rra hostil; la inseguridad de quien no puede moverse sin sentir que pisa territorio enemigo; la muerte a los que avanzan más allá de sus reductos fortificados; la hostilidad permanente de toda la población. Todo eso va provocando la repercusión interior en los Estados Unidos; va haciendo surgir un factor atenuado por el imperialismo en pleno vigor, la lucha de clases aun dentro de su propio territorio.

¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo, con su cuota de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes repetidos al im­perialismo, con la obligación que entraña para éste de dis­persar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del mundo!

Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nues­tros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué cercano!

Si a nosotros, los que en un pequeño punto del mapa del mundo cumplimos el deber que preconizamos y ponemos a disposición de la lucha este poco que nos es permitido dar. nuestras vidas, nuestro sacrificio, nos toca alguno de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier tierra, ya nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que elementos en el gran ejército del proletariado, pero nos sentimos orgullosos de haber aprendido de la Re­volución cubana y de su gran dirigente máximo la gran lección que emana de su actitud en esta parte del mundo: "Qué importan los peligros o sacrificios de un hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad".

Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.

(Las negrillas, los subrayados y las cursivas, son nuestros)
(Tricontinental. Suplemento especial, 16 de abril de 1967)
Dar Es-Salam, Tanzania.




IV.

 CARTA DEL CHE GUEVARA
 A ARMANDO HART DÁVALOS
 
DAR-ES-SALAAM, TANZANIA (4/XII/1965)

Mi querido Secretario:

Te felicito por la oportunidad que te han dado de ser Dios; tienes 6 días para ello. Antes de que acabes y te sientes a descansar (...), quiero exponerte algunas ideíllas sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general.

En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos. La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas). Por eso hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar. El plan mío es de lecturas, naturalmente, pero puede adaptarse a publicaciones serias de la editora política.

Si le das un vistazo a sus publicaciones podrás ver la profusión de autores soviéticos y franceses que tiene.

Esto se debe a comodidad en la obtención de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se d.C. cultura marxista al pueblo, a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no es este el caso), pero insuficiente.

Mi plan es este:

I.        Clásicos filosóficos
II.       Grandes dialécticos y materialistas
III.      Filósofos modernos
IV.      Clásicos de la Economía y precursores
V.       Marx y el pensamiento marxista
VI.      Construcción socialista
VII.     Heterodoxos y Capitalistas
VIII.    Polémicas

Cada serie tiene independencia con respecto a la otra y se podría desarrollar así:

I). Se toman los clásicos conocidos ya traducidos al español, agregándose un estudio preliminar serio de un filósofo, marxista si es posible, y un amplio vocabulario explicativo. Simultáneamente, se publica un diccionario de términos filosóficos y alguna historia de la filosofía. Tal vez pudiera ser Dennyk [Guevara se refiere a Dinnyk que dirigió una historia de la filosofía en cinco tomos] y la de Hegel. La publicación podría seguir cierto orden cronológico selectivo, vale decir, comenzar por un libro o dos de los más grandes pensadores y desarrollar la serie hasta acabarla en la época moderna, retornando al pasado con otros filósofos menos importantes y aumentando volúmenes de los más representativos, etc.

II). Aquí se puede seguir el mismo método general, haciendo recopilaciones de algunos antiguos (Hace tiempo leí un estudio en que estaban Demócrito, Heráclito y Leucipo, hecho en la Argentina).

III). Aquí se publicarían los más representativos filósofos modernos, acompañados de estudios serios y minuciosos de gente entendida (no tiene que ser cubana) con la correspondiente crítica cuando representen los puntos de vista idealistas.

V). [En el original aparece el N° IV tachado y rectificado como V. La propia carta luego lo explica]. Se está realizando ya, pero sin orden ninguno y faltan obras fundamentales de Marx. Aquí sería necesario publicar las obras completas de Marx y Engels, Lenin, Stalin [subrayado por el Che en el original] y otros grandes marxistas. Nadie ha leído nada de Rosa Luxemburgo, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos.

VI). Construcción socialista. Libros que traten de problemas concretos, no sólo de los actuales gobernantes, sino del pasado, haciendo averiguaciones serias sobre los aportes de filósofos y, sobre todo, economistas o estadistas.

VII). Aquí vendrían los grandes revisionistas (si quieren pueden poner a Jruschov), bien analizados, más profundamente que ninguno, y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según parece.

Además, grandes teóricos del capitalismo como Marshal, Keynes, Schumpeter, etc. También analizados a fondo con la explicación de los porqué.

VIII). Como su nombre lo indica, éste es el más polémico, pero el pensamiento marxista avanzó así. Proudhon escribió Filosofía de la miseria y se sabe que existe por la Miseria de la filosofía. Una edición crítica puede ayudar a comprender la época y el propio desarrollo de Marx, que no estaba completo aún. Están Robertus y Dürhing en esa época y luego los revisionistas y los grandes polémicos del año 20 en la URSS, quizás los más importantes para nosotros.

Ahora veo que me faltó uno, por lo que cambió el orden (estoy escribiendo a vuelapluma). Sería el IV, Clásicos de la economía y precursores, donde estarían desde Adam Smith, los fisiócratas, etc.

Es un trabajo gigantesco, pero Cuba lo merece y creo que lo pudiera intentar. No te canso más con esta cháchara. Te escribí a ti porque mi conocimiento de los actuales responsables de la orientación ideológica es pobre y, tal vez, no fuera prudente hacerlo por otras consideraciones (no sólo la del seguidismo, que también cuenta).

Bueno, ilustre colega (por lo de filósofo), te deseo éxito.

Espero que nos veamos el séptimo día, Un abrazo a los abrazables, incluyéndome de pasada, a tu cara y belicosa amistad.

R.  [Ramón]   Ernesto Che Guevara.

Tomado de Rebelión.org
(Las negrillas han sido agregadas por nosotros así como la cursiva en el párrafo con negrilla)


V

«YO TENGO SIETE VIDAS»
Salamanca, Loguez Ediciones, 1977, pág. 128.

Frederic Hetmann

Cartas

En marzo de 1965, un documento secreto da noticias, cuando menos muy verosímiles, sobre el paradero de Guevara en los tres meses siguientes a su desaparición del escenario cubano; es el llamado «Informe R-Habana», de publicación ulterior, con el que se pretende dar fe de una aguda crisis, somática y psíquica, del Che.

El contenido y tenor del escrito inducen a suponer que o bien lo redactó ­Escalante, el viejo comunista y adversario de Guevara o -caso de que hubiera titubeado en poner su firma bajo un documen­to que en el futuro podría comprometerle-, constituye un memorán­dum basado en conversaciones entre Escalante y representantes de una potencia extranjera. A este respecto pudiera tratarse del segundo secretario de la Embajada Soviética en La Habana, Rudolf P. Schilia­nikow, de periodistas soviéticos, de miembros de una delegación comercial de la República Democrática Alemana, o de funcionarios checoslovacos que se hallaban de visita en Cuba.

El apartado principal del «lnforme-R-Habana» dice textualmente:

«Hay motivos fundados para que Guevara haya desaparecido de la vida pública, pues había y hay todavía serio peligro de que su aparición en público o sus manifestaciones desencadenen gran inquietud y confusión. Ni su propia mujer, Aleida March, está autorizada para verle. Sólo a través de contactos especiales con la dirección del hospital Calixto García obtuvimos información sobre el estado del Che.

Pero no se halla en el hospital mismo (o, sí estuvo allí, fue por breve tiempo) sino en uno esos apartados sanatorios organizados como hospitales y con una dirección que hace de ellos una especie de clínica-para-un-solo-hombre.

Guevara ha sufrido un colapso debido a causas tanto físicas como psíquicas. El colapso se produjo por la interacción de diversos fac­tores, entre los cuales han de contarse los esfuerzos y las emociones, consecuencia de su viaje por el mundo. Las deferencias y la admiración que se le rindieron en todo el mundo, empezando por su comparecencia ante las Naciones Unidas, le han inoculado una idea desmedida de su propia importancia.

Además, en diversos lugares del extranjero, ha dado con frecuencia rienda suelta a sus malsanos pensamientos. Sobre ello se ha informado con abundancia, e incluso se divulgaron rumores de cierta credibilidad, según los cuales podría ser nombrado Ministro de Asuntos Exteriores.

Paralelamente a su agotamiento físico, que le afectó como una intoxi­cación, Guevara mostró reacciones psíquicas que indujeron a Castro a tomar medidas drásticas.

Los diferentes tipos de alimentación, durante el viaje, hicieron apa­recer de nuevo las alergias de Guevara y su asma se ha convertido casi en insoportable. El tratamiento con cortisona ha conducido no sólo a que engordara considerablemente, sino también a que se declararan efectos secundarios y no sólo de carácter físico.

Aunque no se trata de un informe clínico, hay que subrayar, no obs­tante, que la situación física y psicológica de un hombre que ha per­mitido que el culto de la persona en el mundo se convierta en una imagen de Cuba puede tener graves consecuencias políticas. Según las noticias de Q. (Posiblemente Emilio Quesada un médico del hospital Calixto García, miembro del grupo de Escalante) el tratamiento de Gue­vara tendrá éxito a largo plazo, aunque hay que considerar crónicas las condiciones psicosomáticas que constituyen la raíz de los trastor­nos. Ahora podemos captar por primera vez la mentalidad de ese hom­bre cuyo enigmático modo de proceder ha colaborado tanto a aislar a nuestro país, a introducir el desorden en la economía, y cuya sed personal de aventuras constituye una amenaza para la política nacional e internacional.

Su estado anímico actual es únicamente una agravación de las peculia­ridades que ya en el pasado se pudieron observar en él y que constitu­yeron un motivo constante de preocupación.

La noticia probablemente más inquietante de uno de los citados sana­torios dice que Guevara, con fiebre y en estado de trastorno psíquico extremo, ha debido confesar que oía la voz de Cienfuegos (Camílo Cienfuegos fue un amigo de Guevara de los días de la Revolución Cubana. Pereció en un accidente de avión en T959, es decir, siete años antes de la redacción del memorándum).

El espíritu o la voz de Camilo -así se lo imagina Guevara- le apremia a impulsar la revolución mediante nuevas acciones armadas y a oponerse al consejo de sus adversarios que le recomiendan modera­ción. Estamos seguros de que se trata de desvaríos pasajeros que ilus­tran, sin embargo, la inestabilidad que ya se ha declarado con frecuencia en Guevara durante su viaje mundial, en sus discursos públicos y, con más intensidad aún en círculos privados después de su regreso a Cuba. Pasa el tiempo leyendo toda clase de libros:(entre ellos el infor­me de Trotsky sobre la Revolución de Octubre). Escribe innumerables cartas, todas ellas dirigidas a Fidel. Se dice que Fidel no sabe si con­servarías como documentos para la posteridad o si será más prudente quemarlas. Fidel se esfuerza por tomar todo esto a broma, pero tam­bién  esta preocupado.

Las cartas que Guevara escribe en el hospital se refieren, sin excepción, a planes grandiosos para una revolución permanente. Un tópico que nosotros conocemos bien. Pretende aplicar sus propias teorías favo­ritas y las técnicas de la guerrilla a otros países y continentes. Precisa­mente ahora está entusiasmado con la idea de irse a Ghana, a fin de mostrar a Nkrumah cómo se podría conquistar, con guerrilleros dis­ciplinados, todo el continente africano. A veces habla también de Zanzíbar. Allí quiere colaborar con los chinos y demostrarles que las experiencias cubanas son más aplicables a este territorio que los éxitos chinos, o se le ocurre de pronto marcharse a Mozambique para liberar a aquel país del colonialismo de Lisboa.

Aunque todas estas posibles empresas tienen puntos de partida realistas, son, sin embargo inquietantes en boca de un hombre cuya falta de comprensión hacia la realidad de  la clase  trabajadora es sobradamente conocida y cuyas ideas sobre posibles contactos económicos y cultura­les no se orientan hacía nuestros expertos camaradas del Este, sino hacia los hiper-intelectuales franceses. Sus ideas tienen todavía gran aceptación en ciertos ­ministerios, como, por ejemplo, en el Ministerio de Comercio Exterior y de Industria, que el mismo Guevara dirigió tiempo atrás y en el que se hallan aún algunos de sus amigos.

Sería absurdo levantar acta de todos estos hechos sin recurrir, simul­táneamente, a medidas constructivas sobre el modo de poner un dique a las repercusiones de la catastrófica herencia política y táctica, que Guevara dejó detrás de sí.

En el supuesto de que se recobre y marche una vez más a uno de sus safaris, sólo cabe esperar que no elija Venezuela.

Por lo que se refiere a las realidades económicas, sería de desear que se tomaran medidas que, en el futuro, pudieran poner en práctica aquellos que realmente están interesados en la amistad soviético-cubana».

(Concluye el Informe R-Habana. Sigue el relato de Hetmann):

Pero hay, además, otros motivos para afirmar que la fecha de la desaparición del Che estuvo relacionada con una profunda crisis física y psicológica.

El 16 de marzo se encuentra de nuevo con su amigo Roca y le cuenta que, en los últimos días, ha discutido durante casi cua­renta horas sin interrupción, con Castro informándole minuciosamente. Guevara no da más pormenores sobre este largo diálogo.

Tales discusiones maratónicas no eran, sin embargo, nada insó­lito, como se desprende del informe de Ricardo Rojo, el amigo argentino del Che, que escribe:

«A finales de 1959, cuando Castro regresó de un viaje por los Estados Unidos, el Che había vivido una situación parecida. El era entonces de la opinión de que Castro pondría en peligro el desarrollo de la Revolución si se apoyaba en los Estados Unidos. Se lo dijo directamente y se fue a su residencia. Mientras Castro atravesó aquella crisis, Guevara se encerró con su amigo y no salieron hasta que el líder máximo del Gobierno Revolucionario hubo superado la tentación».

Guevara ha pedido a Rojo que le lleve una carta a Celia de la Serna, a Buenos Aires. Esa carta cuenta, en dos páginas, cómo transcurrió aquel diálogo de tantas horas y a puerta cerrada. Hasta la fecha el texto exacto no ha sido accesible. Pero se sabe lo siguiente: Guevara informa a su madre de que se ha separado del grupo de dirigentes cubanos, comunicándole al mismo tiempo que ha decidido participar en la zafra durante treinta días (para quien conozca la situación cubana, esto no resulta extraño) y trabajar después, durante cinco años en una fábrica, para cono­cer por dentro la administración de una de las muchas industrias dirigidas por él desde su puesto del Ministerio.

El Che da a entender a su madre que ella no debe trasladarse a Cuba en modo alguno. Y ella le contesta con una carta que debe llevar un sindicalista argentino invitado a visitar Cuba para la celebración del 1° de mayo. En esa carta se dice:

«De todas maneras, que te quedes cinco años dirigiendo una fá­brica es un desperdicio demasiado grande para tu capacidad. Y no es la mamá la que está hablando. Es una vieja señora que aspira a ver el mundo entero convertido al socialismo. Creo que sí haces lo  que has dicho no vas a ser un buen servidor del so­cialismo mundial.

Si por cualquier razón los caminos se te han cerrado en Cuba, hay en Argelia un señor Ben Bella que te agradecería que le or­ganizaras la economía allí o que le asesoraras en ella, o un señor Nkrumah en Ghana a quien le pasaría lo mismo. Sí, siempre serías un extranjero. Parece ser tu destino permanente».

El funcionario sindicalista que debía llevar la carta fue tachado en el último momento, de la lista de invitados por ser peronista. El entregó el sobre a Rojo, el amigo de Guevara, a cuyos apun­tes debemos el conocimiento de estos hechos.

Celia de la Serna está gravemente enferma. Su dolencia cancero­sa se ha reproducido, al cabo de veinte años, en la vejez.

Rojo le comunica que la carta no ha llegado a su destino. Y ella le ruega que se quede con el sobre hasta que surja otra oportuni­dad. El 16 de marzo los médicos saben que la muerte de Celia es inminente. Los vínculos entre madre e hijo han sido siempre especialmente profundos. Ricardo Rojo llama a La Habana para hablar con el Che, pero sólo consigue comunicarse con la esposa de éste, Aleida, que se muestra nerviosa, preocupada y que tiene que limitarse a decir que el Che no está en La Habana, aunque sí en Cuba.

Rojo le insiste en que la muerte de Celia se avecina, suplicándole que avise a Ernesto:

-Va a ser difícil - contesta Aleida.

El 18 de marzo la mujer de Ernesto llama, desde La Habana al sanatorio en el que Celia está agonizando.

La anciana se incorpora. La llamada telefónica se desvanece ante sus gritos de dolor.
A mediodía, Rojo pone un telegrama:

«Al Comandante Ernesto Guevara, Ministro de Industria, La Habana. Tu madre, enferma de muerte, desea verte. Te abraza tu amigo, Ricardo Rojo».

No hay respuesta al telegrama. El 19 de mayo muere Celia de la Serna en Buenos Aires. El día 21, la prensa de La Habana publica la noticia de su fallecimiento.

El -presume Rojo- no lo supo todavía. Es decir, que ni tenía teléfono ni la posibilidad de leer los periódicos.

Rojo opina que el Che se hallaba en arresto voluntario, precedido de una detallada y espontánea autocrítica. La versión del "Informe-R" parece más fidedigna. En el caso de que el Che se encontrase en aquel momento en un estado realmente crítico, en una clínica especial, entonces se comprende por qué no se le informó de la muerte de su madre. Los médicos debieron temer que la noticia empeorase su estado.

De las indicaciones del "Informe-R" se desprende también la ve­hemencia de las obsesiones del Che por activar  los movimientos libertarios en el Tercer Mundo. Y aquí habría igualmente una base importante, aunque poco tenida en cuenta hasta ahora, para la crítica de la teoría guerrillera del Che, cuyos puntos fla­cos son hoy evidentes gracias, entre otras cosas, a sus propias y catastróficas experiencias en Bolivia.

«No siempre hay  que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución. El foco insurreccional (es decir, un grupúscu­lo guerrillero) puede crearlas».

Cabría preguntarse si en la elaboración de esta teoría no ha ha­bido más esperanza utópica (fortalecida por el triunfo de la lucha libertadora cubana) que estudio realista de los presupuestos, ra­dicalmente distintos, de Suramérica y de otros países del Tercer Mundo.

Al parecer, hacia el 15 de junio, los médicos lograron restablecer la situación física y psíquica del paciente de forma que el Che pudo emprender un viaje al Congo y participar allí con 125 cubanos en la lucha y las actividades guerrilleras de Mulele y Sou­mialot contra las unidades de mercenarios extranjeros.

Sus ideas sobre si mismo y sobre su labor, se reflejan en la carta de despedida que escribe a sus padres en abril de 1965:

«Queridos viejos:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según recuerdo me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo. Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más cons­ciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades.
Puede ser que ésta sea la definitiva. No lo busco pero está den­tro del cálculo lógico de probabilidades. Sí es así, va un último abrazo.»

¿Qué vientos empujan a Guevara hacia Africa?

Los primeros proyectos para un «Frente africano» parecen ha­ber sido concebidos durante el extenso viaje mundial, a finales de 1964 y principios de 1965. Para comprenderlos, será preciso recordar los acontecimientos políticos del antiguo Congo Belga.

En 1960, Bélgica otorga una pseudo-independencia a su tesoro, el Congo. Los belgas llegaron incluso a nombrar Primer Ministro en la persona de Patricio Lumumba. En cuanto se retiraron oficialmente los colonialistas, la provincia económicamente más rica, Katanga, ame­nazó con separarse, a las órdenes de Moisés Tshombe, tras el que se hallaban los grandes consorcios mineros. Se produjeron actos de vio­lencia. El personal administrativo belga huyó del país. Llegaron fuer­zas armadas belgas y, después, tropas de la ONU. El presidente Ka­sawubu destituye a Lumumba en septiembre de 1960. Meses después, Lumumba cae asesinado.

Todo esto es un ejemplo palpable de lo que significa el neocolonia­lismo. Vinieron después tres años de luchas esporádicas. Los seguido­res de Lumumba pugnaban por conquistar la parte oriental del país. En la vecina Brazzaville, capital del entonces Congo francés, consti­tuyeron un gobierno en el exilio.

Tshombé, menospreciado por los líderes revolucionarios, regresa al Congo, para convertirse en Primer Ministro. Los rebeldes conquistan Stanleyville, el actual Kisangani, y toman a la población blanca como rehén contra el gobierno de Tshombé. A petición del gobierno, para­caidistas belgas, transportados por aviones norteamericanos, caen so­bre la ciudad y liberan a los 1.900 rehenes blancos.

En enero de 1965 el Che mantiene una conversación con Mas­semba-Debat, Presidente de la República de Congo-Brazzaville. Desde allí se apoyará una sublevación de grupos izquierdistas que acaba de estallar en la colindante República de Congo-Kin­shasa.

Los rebeldes de la provincia oriental operan cerca de la frontera de Sudán y Uganda. Pierre Mulele dirige las acciones para-guerrilleras de la belicosa tribu de los kwilu; Gastón-Emíle Soumialot es el cabecilla de los rebeldes de la provincia oriental. En marzo de 1965, las guerrillas de Mulele son derrotadas por las tribus vecinas y por el ejército congolés.

Soumialot, aunque re­cibe armas de Pekín, se ve asediado por mercenarios blancos al servicio del gobierno de Tshombé.

Lo que empezó siendo una auténtica guerra de liberación an­ticolonial degenera, con el tiempo, en una lucha de tribus. Gue­vara cree, no obstante, que es posible reactivar este frente.

Las líneas de enlace con los rebeldes del Congo parten de Arge­lia, en cuyos campamentos se instruye a los guerrilleros que ha­brán de actuar en Angola, Mozambique, Nigeria y el Congo. Ben Bella, el líder argelino, debió elaborar con el Che, cuando éste visitó Argelia, tina serie de planes muy ambiciosos para la creación de un frente revolucionario africano. Casi llegaron a hacerse amigos. Pero el 20 de junio de 1965, mientras se hacen en Cuba los preparativos para la empresa africana (a fin de ca­muflar y oscurecer las pistas, el servicio secreto cubano hace cir­cular rumores de que Guevara se halla con un grupo de la resis…­

(Aquí se corta el artículo deHetmann que comenta el "Informe R-Habana")




VI.

RELATO DE CARLOS FRANQUI SOBRE LA RUPTURA DEL CHE CON FIDEL:
(Castañeda, Jorge. "La vida en rojo", una biografía del Che Guevara. Págs 363-364.)

«El Che fue acusado de trotskista y de prochino. Regresando de Argelia, sé que hubo una conversación muy fuerte entre él y Fidel, en la que él salió disgustado, que lo llevó a irse para Tope de Collantes como una semana con unos ataques de asma muy fuertes. Lo sé por el compañero Argudín, uno de los guardaespaldas personales de él. Argudín está en sus funciones de guardaespaldas. A mi me lo platica porque él y yo somos compañeros de la escolta y yo estaba ausente y él me dice: "Coño estoy preocupado", "¿Qué pasa? "Oí una bronca muy grande entre el Fifo y el Che". Y entonces le digo: "¿Y de qué era?", Dice:

"Estaban discutiendo de la política china y estaban discutiendo de otro líder soviético", porque él era semianalfabeto. Entonces yo comencé a mencionarle algunos líderes. Me dice: "No, es uno que ya está muerto. Es ése que le dicen Trotski y entonces le dijeron al Che que él era trotskista. Se lo dijo Raúl, Raúl es el que le dice que es un trotskista, que estaba claro que con sus ideas era un trotskista. Argudín me dice que el Che se para muy violento, como con ganas de irse arriba de Raúl y le dijo a Raúl: "Eres un estúpido, eres un estúpido". Dice que le repitió la palabra estúpido tres veces y de ahí él mira para Fidel, según Argudín, y Fidel no tiene respuesta. O sea, calla. Otorga. Y al ver aquella actitud sale molesto, tira la puerta y se va.

Y ahí, a pocos días, viene la decisión, así prematuramente, de irse al Congo. Se fue una semana a Topes de Collante, al sanatorio que hay en el centro del país en el Escambray. Le dieron unos ataques de asma terribles, parece que por el disgusto. Entre Argudín y yo existían esas cosas, cuando él no estaba trabajando estaba trabajando yo, si teníamos alguna participación en alguna reunión muy grande de algo de eso, yo después le contaba a Argudín lo que se había dicho. Y cuando él estaba de servicio, él me contaba a mi… Así él me lo cuenta como una semana después, dos días antes de irse con el barco a Dar es Salaam…..»  

























VII


ERNESTO "CHE"  GUEVARA
Y EL MARXISMO-LENINISMO

Jorge Echazu-Alvarado


7. 1.            EL ANTI-REVISIONISMO DEL CHE GUEVARA

7. 2.            LAS DISCREPANCIAS EN EL TERRENO ECONÓMICO

7. 3.           EL PROBLEMA MILITAR

7. 4.           OPINIÓN DEL CHE RESPECTO DE STALIN.

7. 5.    SIMPATÍAS DEL CHE RESPECTO DE CHINA.

7. 6.  ¡DE UNA VEZ POR TODAS!  ¿POR QUÉ FUE EXPULSADO EL CHE DE CUBA?

7. 7.           LOS GIRARDI, LOS KOHAN Y OTROS IMPOSTORES CONTRA EL CHE.

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7. 1.   EL ANTIREVISIONISMO DEL CHE

Con motivo del treinta y nueve aniversario de la caída en combate de Ernesto "Che Guevara", se han vuelto a suscitar los problemas relativos a la filiación ideológico-política del dirigente político y guerrillero argentino-cubano.
   
La identificación teórica de su pensamiento nos demuestra que desde los primeros años de la década de los 60, el Che mantenía posiciones francamente marxistas-leninistas frente a la dirigencia cubana que poco a poco se acercaba, no obstante sus diferencias, a la posición revisionista internacional comandado por la Unión Soviética de Jruschov y sus sucesores. Sin embargo esta situación hoy bien definida tuvo un proceso largo y sinuoso por el carácter mismo de la revolución cubana que surgió de un esfuerzo interno y no, como en el caso de las llamadas "democracias socialistas", de una decisiva intervención de las tropas soviéticas después de la Segunda Guerra Mundial. El Che, de gran admirador de la Unión Soviética y el campo socialista se fue convirtiendo también poco a poco y de acuerdo a sus propias experiencias, en un agudo crítico del "socialismo real" en una serie de problemas fundamentales algunos de los cuales pasamos a estudiarlos.
      
Una cantidad de trabajos teóricos y políticos nos muestran un Che Guevara adherido, por ejemplo, a la concepción marxista de que la contradicción mundial más importante de la época era aquella que contraponía a los pueblos del mundo en su lucha contra el Imperialismo y sus aliados y no así, aquella referida al campo socialista contra el campo imperialista. El solo hecho de sostener este punto de vista, fue pues una demostración de la ubicación correcta del Che Guevara a nivel internacional y a propósito de las divergencias ideológicas en  ese tiempo.
      
Como consecuencia de lo anterior Che Guevara, demostraba una postura cada vez más claramente crítica de la conducta de la Unión Soviética y los países socialistas que ya se interpretaban como verdaderas traiciones del revisionismo a la lucha de los pueblos del mundo y ante todo, su colusión aunque difusa todavía con los imperialistas en el saqueo del llamado Tercer Mundo.  A ese respecto es famoso su discurso ante el Seminario Económico y Social Afroasiático, realizado en Argel (Argelia) el 24 de febrero de 1965, cuyo texto íntegro lo publicamos en el presente «dossier».
      
Como se puede apreciar, la posición del Che es marxista, leninista y anti-revisionista, en consecuencia se enfrentaba peligrosamente a las posiciones oficiales de Cuba, de Fidel Castro y principalmente de la Unión Soviética de Brejnev. En principio la posición del propio Fidel Castro era sumamente crítica de la Unión Soviética. En estas circunstancias, los ladinos dirigentes soviéticos invitaron a Fidel a una extensísima gira por toda la Unión Soviética consiguiendo alinear definitivamente a Cuba en su bando anti-chino.

En la versión de Castañeda, Juan Carretero habría confesado a Benigno que:

«En ocasión de la vista de Kosiguin, fue convocado a la primera reunión con los soviéticos. Su presencia en la reunión se explica por la ausencia de Piñeiro; normalmente el invitado por el sector Liberación hubiera sido, justamente, Barbaroja. Carretero evoca entonces el virtual ultimátum entregado tácitamente por el soviético: o cesa la ayuda cubana a las guerrillas en América Latina, o cesa la ayuda soviética a Cuba¼(1)

Es ésta la razón del exilio del Che, primero al Congo y después a Bolivia. No se puede, pues, olvidar que los verdaderos culpables de la desaparición física del comandante Ernesto "Che" Guevara, son precisamente los revisionistas soviéticos que prácticamente obligaron a Fidel Castro a expulsarlo de Cuba.


2.   LAS DISCREPANCIAS CON LA DIRIGENCIA CUBANA EN EL TERRENO                   ECONÓMICO.
 
En lo referente al desarrollo económico, el Che propuso en su tiempo la industrialización de Cuba frente a las posiciones pro-soviéticas de Carlos Rafael Rodríguez que pregonaba, por orden de los revisionistas soviéticos, que Cuba se circunscribiera a la producción de azúcar de modo que se convirtiera en un país "socialista" monoproductor. Paradójicamente hoy en Cuba se están levantando orgullosamente los puntos de vista de Che, (nos referimos ante todo al libro de Tablada sobre el pensamiento económico de Che) pero, lamentablemente, muy tarde cuando no hay con quién discutir ni a quién echarle la culpa de los errores pues todos los culpables o han desaparecido o se han pasado al otro bando directamente.
 
Otro problema de orden económico, por ejemplo, era el criterio del Che en torno a los estímulos ideológicos antes que los estímulos materiales para  aumentar la producción  y dirigir la construcción socialista. La cuestión de los estímulos políticos constituyó el núcleo de la contradicción en el período de la transición en el que debe predominar el aspecto de la convicción ideológica antes que cualquier beneficio personal.
 
Leamos qué dice Che al respecto y hasta qué punto chocaban sus concepciones con las políticas financieras prohijadas desde la Unión Soviética a través de los representantes de la línea oficial:

«Contradicciones más sutiles, estímulo material versus conciencia. Aquí entramos de lleno en el campo de las contradicciones más sutiles y que mejor deben ser explicadas.... Estímulo material directo y conciencia son términos contradictorios, en nuestro concepto... Este es uno de los puntos en que nuestras discrepancias alcanzan dimensiones concretas. No se trata ya  de matices; para los partidarios de la autogestión financiera el estímulo material directo, proyectado hacia el futuro y acompañando a la sociedad en las diversas etapas de la construcción del comunismo no se contrapone al "desarrollo" de la conciencia, para nosotros si. Es por eso que luchamos contra su predominio, pues significaría el retraso del desarrollo de la moral socialista...»  (2).

Lo que no dice con claridad el Che es con quiénes se tiene esas contradicciones, únicamente nombra a los partidarios de la autogestión financiera que no sería contrapuesta al desarrollo de la conciencia.

Como consecuencia de lo anterior el Che Guevara, no solamente criticaba muy claramente las traiciones del revisionismo a la lucha de los pueblos del mundo y ante todo su colusión con los imperialistas en el saqueo del llamado Tercer Mundo, sino que actuaba en consecuencia proporcionando la ayuda que podía a esos movimientos. En cuanto al problema del saqueo del Tercer Mundo, tenemos su famoso  discurso ante el Seminario Económico de Solidaridad Afroasiático, realizado en Argel el 24 de febrero de 1965, cuyo texto lo transcribimos íntegramente en el capítulo respectivo y donde textualmente, dice:

«De todo esto debe extraerse una conclusión: el desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de la liberación debe costar a los países socialistas...... No debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio mutuo basado en los precios que la ley del valor y las relaciones internacionales del INTERCAMBIO DESIGUAL, oponen a los países atrasados..... Debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera cómplices de la explotación imperial..... Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su COMPLICIDAD TACITA con los países explotadores del Occidente........ Las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos, deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias y posibles a los pueblos que las demanden, para disparar contra el enemigo común.......» (3) (Las mayúsculas son nuestras)

Este discurso que es histórico debe ser estudiado por todos para tener una visión exacta de las posiciones francamente revolucionarias, antiimperialistas y antirevisionistas del Che Guevara.  No puede haber otra interpretación de su pensamiento económico y político sino aquella que concuerda plenamente con el marxismo-leninismo-maoísmo.

Sin embargo el problema principal que separa al Che de la dirigencia cubana y otros puntos de vista como los de Bettelheim en el terreno económico de aquella época es la cuestión de la persistencia o no de la ley del valor en el período de la transición.

Che sostiene que dicha persistencia y su tolerancia consciente en este período dependió grandemente en el caso soviético y la NEP leniniana, de la imposibilidad real de abolir inmediatamente la vigencia de la ley del valor y por ello mismo se muestra de acuerdo con Lenin en este aspecto. Sin embargo, en el caso cubano ya se dan las condiciones para eliminar inmediatamente el "calculo económico" y la vigencia de la ley del valor lo que equivale a construir directamente el socialismo.

Pensamos que centrar la polémica en este punto no debe llevarnos a una contraposición definitoria y definitiva a favor ya sea del mercado o del plan. De todos modos se trata de un largo proceso en el cual al plan vaya sustituyendo progresivamente al mercado en una lucha permanente. Depende de cual sea la tendencia para afirmar que marchamos hacia el socialismo o regresamos al capitalismo. En este punto también la posición de Che Guevara que insiste en la abolición de la vigencia de la ley del valor en la revolución cubana, es acertada. La ley del valor, el cálculo económico, el dinero como medio de pago, etc., deben ser paulatinamente abolidos si se trata, precisamente de construir al socialismo:

Che tiene la siguiente cita al respecto:

«Negamos la posibilidad del uso consciente de la ley del valor, basados en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre productores y consumidores; negamos la existencia de la categoría mercancía en la relación entre empresas estatales, y consideramos todos los establecimientos como parte de la única empresa que es el Estado (aunque en la práctica , no sucede todavía así en nuestro país) La Ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución: podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista….» (4)

Como vemos Che veía muy claro teóricamente y desde luego acertadamente, empero la realidad tanto internacional como cubana distaba todavía muy lejos de sus magníficos deseos.

3.       EL PROBLEMA MILITAR.

A continuación trataremos el problema militar revolucionario en el plano teórico. Las posiciones guerrilleristas del Che Guevara si bien coinciden en algunos aspectos, podemos sostener que las mimas se alejan ostensiblemente de las concepciones marxistas, leninistas y sobre todo maoístas. El personaje principal de la línea militar guevarista es el "guerrillero individual" que carga sobre sus espaldas todo lo que hace falta para el combate, está casi aislado y valiéndose exclusivamente de sus propias fuerzas. En cambio en la concepción maoísta, el protagonista principal e indispensable es el pueblo alzado en armas, con bases sociales de apoyo firmes y contando con una retaguardia sólida.

Guevara, no obstante hablarnos con claridad de la guerra del pueblo (guerra popular en Mao y guerra del pueblo en Giap)  inmediatamente se aleja de esa concepción y nos enseña una serie de condiciones que debe reunir ese guerrillero. El maoísmo convierte a las masas en combatientes nocturnos, combatientes y campesinos al mismo tiempo, con bases de sustentación para el descanso de los combatientes. Por ese mismo camino podemos encontrar muchas discordancias en los textos militares de Che y los de Mao. Partiendo de premisas justas, como los de la "guerra del todo el pueblo", las bases de apoyo campesino y otros puntos esenciales,  Che, apoyándose en el caso cubano, de suyo excepcional, pretende una vía rápida, plagada de voluntarismo e individualismo que innegablemente tiene contenido pequeño-burgués impaciente; pero también esta postura tiene su explicación: no podía quedarse en Cuba, no podía pedir asilo en parte alguna, no le quedaba otra alternativa que organizar su "propia" lucha armada, bien colaborado en el intento por Fidel Castro..

En el plano teórico y político y militar, estamos en la obligación de señalar sus errores, como de todo humano, para lograr que sus virtudes que fueron muchas no se desvanezcan en la enorme distorsión mercantilista en la que desembocado su recuerdo y su memoria por parte de las clases dominantes que pretenderán, en un futuro no lejano convertirlo en un afiche o una pancarta.
 
Por ejemplo, como decíamos, Che plantea que el guerrillero debe observar tres reglas de "oro": «Vigilancia constante, Movilidad constante y Desconfianza constante. Sin el uso adecuado de estos tres elementos de la táctica militar, la guerrilla difícilmente sobrevivirá...» (5). Pero por otra parte y en contradicción con aquello de la desconfianza constante, explica que el guerrillero cuenta (o debe contar) entonces con todo el apoyo de la población del lugar y agrega que esa es una cualidad sine qua non. (6). En otro momento de su obra literario-militar y en el mismo sentido anterior, dice:
 
«Lo primero es ganarse la confianza absoluta de los habitantes de la zona y esta confianza se gana con la actitud positiva frente a sus problemas, con la ayuda y orientación constante, con la defensa de sus intereses y el castigo de quienes pretendan aprovecharse del momento caótico que viva la misma, para ejercer influencias, desalojar campesinos, apoderarse de sus cosechas, establecer intereses usurarios, etc....» (7)
 
Como todos sabemos es precisamente en el individualismo donde hinca sus dientes el impostor Regís Debray para desnaturalizar completamente la estrategia guerrillera de Che. Es cierto y evidente que la guerrilla (no el guerrillero individual) debe incorporar la vigilancia constante y permanente ya que encara un enfrentamiento de vida o muerte, es cierto también que la guerra de guerrillas y la guerra popular son movimiento continuo, lo que no significa que debe también tener momentos de reposo precisamente en las bases de apoyo, sin embargo, el tercer punto que se refiere a la desconfianza constante debe ser tratada con mucho cuidado. Habría que preguntar: ¿desconfianza de qué y de quién? Una cierta desconfianza es imprescindible, pero esta no es absoluta y constante, pues la guerrilla confía profunda y totalmente en el pueblo que es su sustento y desconfía de los elementos dudosos, pequeño-burgueses y reaccionarios que se mueven en el seno del pueblo.
                                
Che Guevara fue un revolucionario marxista-leninista por propia definición, un enemigo frontal del revisionismo y partidario de la guerra del pueblo contra sus opresores lo cual lo aproxima al pensamiento revolucionario de Mao Tse-tung.

Pero lo importante en la obra militar de Che y que aparece en todas sus citas, es el punto de partida que es el combatiente guerrillero considerado individualmente, desarrollando  toda una teoría en torno al luchador revolucionario como sujeto individual, lo que realmente contradice el concepto mismo de la guerra popular donde el protagonista es el pueblo y no el guerrillero.

El solo hecho de sostener estos puntos de vista resumidos, es pues una demostración de la ubicación correcta de Che Guevara a nivel internacional y a nivel de las divergencias ideológicas de ese tiempo. Es cierto que la solidaridad con Vietnam y con otros pueblos combatientes, era dramáticamente formal e hipócrita por parte del revisionismo internacional y el Che denunciaba esta política con toda la fuerza que tenía su prestigio internacional. (8)

Como consecuencia de lo anterior  Che Guevara, no solamente criticaba muy claramente las traiciones del revisionismo a la lucha de los pueblos del mundo y ante todo su colusión con los imperialistas en el saqueo del llamado Tercer Mundo, sino que actuaba en consecuencia proporcionando la ayuda que podía a esos movimientos.

4.  OPINIÓN DEL CHE RESPECTO A STALIN.

Un problema singular es la opinión del Che respecto a Stalin.  Che Guevara puede ser calificado como un stalinista militante, pues tiene un criterio libre, no alienado ni influido agresivamente como casi todos los "comunistas" oficiales y sus seguidores intelectuales modernos, en torno a la figura y la acción de José Stalin. En una de sus estancias en la URSS, puso un ramo de flores en la tumba de Stalin, ante el asombro y el rechazo del embajador cubano Faure Chamón que se escandalizó por la audacia del Che de rendir homenaje al líder bolchevique, anatemizado por las autoridades soviéticas de la época. (9). Recuérdese, por otra parte que firmó dos cartas dirigidas a uno de sus familiares con el pseudónimo de Stalin II.

Pero estos dos episodios que pueden reputarse como anecdótico, se completan con el hecho de que Che cita frecuentemente a Stalin como autoridad en lo que se refiere a la economía de transición. (10). Finalmente y para que no quepa la menor duda y cierren la boca todos los anti-stalinistas y admiradores interesados del Che, transcribimos íntegramente (Ver capítulo IV) una última carta escrita por el Che a Armando Hart Dávalos desde Tanzanía en la que califica a Stalin como "un gran marxista" subrayado, por si acaso. De otro lado el Che califica a Trotski y Jruschov como revisionistas, con toda claridad para que no quepa tampoco duda alguna.

«Aquí sería necesario publicar las obras completas de Marx y Engels, Lenin, Stalin y otros grandes marxistas...» (la negrilla viene en el original del Che) (11).

Finalmente en este capítulo hemos conocido este singular párrafo del Che, en el cual se demuestra definitivamente y ya no cabe duda alguna sobre el criterio ampliamente positivo del héroe latinoamericano sobre Stalin.

«En los llamados errores de Stalin está la diferencia entre una actitud revolucionaria y una actitud revisionista. Se debe ver a Stalin en el contexto histórico en el que se desarrolló, no se debe ver como una especie de bruto, sino que se le debe apreciar en ese contexto histórico particular... Yo he llegado al comunismo por papá Stalin y nadie puede decirme que no lea su obra. Lo he leído aún cuando era considerado muy malo leerlo, pero ese era otro tiempo. Y como soy una persona no demasiado brillante y además testaruda continuaré leyéndolo.»   (negrillas nuestras) (12)

Tenemos, finalmente otra importante opinión del Che respecto a Stalin durante su estancia en la Guatemala de Arbenz:

«He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré para ser un revolucionario auténtico…» (13)

Estas consideraciones  tienen que ver mucho con la lealtad que debemos observar todos con el auténtico y verdadero pensamiento revolucionario de Che y no con las versiones de sujetos trotskistas como un Néstor Kohan de la Argentina  que de todos modos intentan alterar la esencia del pensamiento revolucionario de Che. (Ver Rebelión org.)

De modo que estas constataciones en torno a su auténtico pensamiento no pueden ser ocultadas y adulteradas por algunos «guevaristas» de clara tendencia trotskista, revisionista y reaccionaria, que a fuerza de tergiversaciones pretenden apoderarse de su herencia para fines que no fueron los del Che, un marxista-leninista convencido y admirador ferviente de Stalin y Mao Tse-tung. 


5.   SIMPATÍAS DEL CHE RESPECTO DE CHINA.

Paralelamente el  Che no ocultó nunca su simpatía por las posiciones chinas en la gran divergencia y su admiración por la persona del presidente Mao Tse-tung, «A Mancilla le dijo que era una persona sabia» (14). Todos los testimonios señalan que Che y sus allegados, fueron ferozmente perseguidos ideológicamente antes de la ruptura y antes de la salida de Che al Congo y naturalmente mucho más después de la muerte de Che en Bolivia en 1967. El Che no admitía ambivalencia alguna en lo referente a la ayuda a los movimientos revolucionarios del mundo y exigía a su país, Cuba y a todos los países socialistas, no solamente cooperar con esos movimientos, sino seguir su misma suerte, sobre todo refiriéndose a la guerra de agresión que sufría el pueblo vietnamita. En el plano estrictamente político, ésta era la cuestión que creaba más problemas a Fidel Castro en sus relaciones con los revisionistas soviéticos que pretendían prohibir la lucha armada revolucionaria anti-imperialista de los pueblos del mundo.

Todos los testimonios consultados nos muestran a Che ponderando la cooperación china a Cuba y es sumamente importante transcribir al respecto este comentario de Che:

«La dirección china ocupa respecto a Cuba una posición que nos es difícil criticar. Nos dispensa una ayuda considerable, que no podemos despreciar. Pedimos, por ejemplo, armas a los checos; se negaron. Los chinos accedieron en cuestión de días y ni siquiera nos cobraron declarando que no se venden armas a los amigos......» (15).

Igualmente todos los testimonios a los que hacemos referencia, indican que en Cuba era "vox populi" que Che y sus amigos eran "pro-chinos" e inclusive como sostenía la prédica revisionista eran "neo-trotskistas". Por otra parte, es evidente que Che intentó varias veces contactar a un alto nivel con Mao Tse-tung, sin embargo Mao parece que supuso que el Che simplemente adhería a las posiciones oficiales de Cuba y, en consecuencia no  aceptó entrevistarse con él en la segunda visita de Che a China.  Posteriormente, estando ya en las zonas liberadas del Congo, escribió una carta a Chou En-lai, pidiéndole ayuda. El primer ministro chino respondió la carta y aceptó conceder ayuda, la misma que no se concretó por falta de tiempo.

En cuanto al apoyo decidido del Che a la lucha armada revolucionaria de los pueblos del mundo, tenemos su inclaudicable y sincero apoyo revolucionario al Vietnam combatiente (Ver el texto íntegro en el capítulo III).

«Hay una penosa realidad: Vietnam, esa nación que representa las aspiraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, está trágicamente solo. Ese pueblo debe soportar los embates de la técnica norteamericana, casi a mansalva en el sur, con algunas posibilidades de defensa en el norte, pero siempre solo.

La solidaridad del mundo progresista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria.

Cuando analizamos la soledad vietnamita nos asalta la angustia de este momento ilógico de la humanidad. El imperialismo norteamericano es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartidos por todo el orbe... »  (16).

Y finalmente el epílogo  del último  documento del Che desde Cuba que ya hemos citado anteriormente:

«Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria...»  (17)




6.  ¡DE UNA VEZ POR TODAS! : ¿POR QUÉ FUE DESPEDIDO EL CHE DE CUBA?

 Como se ha podido apreciar, la posición del Che es marxista, leninista y anti-revisionista cien por cien, y por ello mismo se contraponía y enfrentaba peligrosamente a las posiciones oficiales de Cuba y de Fidel Castro. El presidente cubano se encontraba completamente chantajeado por el revisionismo que le exigía, mucho más después de Argel, que destituyera y exiliara a Che. Apenas retornó Che de su gira afro-asiática y en el mismo aeropuerto de La Habana, se encontró con un Fidel completamente enfurecido que le echó en cara sus posiciones y el riesgo que hacía correr a la revolución cubana por la pérdida de la "ayuda" soviética si se respaldaba las posturas políticas internacionales de Che. Los testimonios de todos y cada uno de los biógrafos de Che, muestran que, efectivamente, la causa fundamental de su "exilio", fue su posición claramente marxista-leninista, anti-revisionista y  pro-maoísta. Cualquier otra explicación resulta siendo totalmente falsa, ya que Che no había pensado jamás abandonar Cuba, renunciar a su nacionalidad, a sus cargos para constituirse en un apátrida.

«El 15 de marzo (1965) aterriza en La Habana; habían transcurrido tres meses desde su salida. Lo reciben en el aeropuerto Fidel, Raúl, el presidente Dorticós y Aleida, su esposa. Algo anda mal: en lugar de una conferencia de prensa o un informe televisado de los resultados de la gira, Guevara desaparece durante varios días, encerrándose cuarenta horas con Fidel, Raúl y algunos más para discutir los temas pendientes. Hasta la fecha no disponemos de ningún testimonio directo de aquel tormentoso intercambio: ni Fidel ni Raúl han hablado acerca de la reunión, ni siquiera a sus amigos más entrañables....»  (18)

Castañeda, citando a Franqui, sostiene que sí existen testimonios indirectos de algunos fragmentos de la furiosa discusión que son relatados por Benigno que transcribimos en el capítulo correspondiente.

Por su parte Ricardo Rojo, expresa sobre el particular:

«Llega (el Che) el 14 de marzo a La Habana, donde la bienvenida es sencilla, aunque lo recibe la plana mayor del gobierno. Fidel Castro, el presidente Osvaldo Dorticós, los dirigentes políticos Carlos Rafael Rodríguez y Emilio Aragonés, y varios ministros. Está también su esposa, que espera el nacimiento de un niño y su amigo Roca, que apenas alcanza a saludarlo, porque Guevara sale disparado en el auto de Castro....

…. Roca recién puede reunirse con él dos días después. Ha estado conversando, le explica el Che, durante cerca de cuarenta horas con Castro. Ha rendido un largo informe verbal. ¿Han reñido? Guevara no lo dice. En cambio le pide a Roca que tome a su cargo notificar al padre de Hermes Peña, un viejo campesino, la muerte de su hijo, en la lejana Argentina. Roca acepta, pero enseguida se retracta: le falta valor, confiesa. Guevara le contesta que lo hará el mismo...

… Roca debe partir, y el Che le anuncia que escribirá una carta para su madre, en Buenos Aires. En dos carillas, redacta unas líneas que son la información más completa sobre la conferencia a puerta cerrada con Castro, que les ha tomado tantas horas...

… Guevara anuncia a su madre que se dispone a abandonar la conducción revolucionaria de Cuba, que se propone trabajar durante treinta días en el corte de caña y que, después irá a una fábrica por cinco años, para estudiar desde adentro el funcionamiento de una de las tantas industrias que ha dirigido desde la cima...  También le indica que ella no deberá viajar a Cuba por ningún motivo........» (19)

No cabe pues la menor duda que, a consecuencia de sus opiniones explicitadas en la gira afro-asiática, el Che hirió profundamente y de muerte al revisionismo y éste, infamemente, tomó venganza, presionando brutalmente a Castro para  que expulse al Che de Cuba. ¡No cabe ya duda alguna al respecto!

Es muy sugestivo aquello de que irá a la zafra por un mes y después trabajará en una fábrica por cinco años. Esto significa que Che no tenía ni la menor idea ni intención de organizar expediciones guerrilleras en parte alguna del planeta  y que su idea era quedarse en Cuba como cualquier ciudadano de base. Sus guerrillas en el Congo y Bolivia, le  fueron por tanto impuestas  por Fidel  bajo presión del revisionismo soviético que ordenó la expulsión inmediata del Che de la isla.

En cuanto a la situación del Che a su retorno de la gira afro-asiática, tenemos lo que escribe el autor Frederic Hetmann sobre el «Informe-R Habana» redactado según el mismo autor por Aníbal Escalante, el revisionista impenitente que fuera castigado por Fidel y consiguió refugio en la Unión Soviética (como Monje), después rehabilitado por órdenes de Moscú. Este documento en su integridad mutilada es transcrita por nosotros en el capítulo quinto.

No cabe duda de la autenticidad del documento comentado y de que probablemente es Aníbal Escalante el viejo revisionista, castigado y perdonado alternativamente por Fidel, el autor de ese informe. Por él sabemos, aún con más seguridad, que el Che era un verdadero demonio para la corriente pro-soviética cubana y que se haría todo lo posible para eliminar al Che junto con sus ideas. Al cabo de tanto tiempo, cuando ha concluido el siglo XX y ha desaparecido la Unión Soviética de los "expertos amigos del Este", podemos comparar la visión marxista-leninista del Che y el revisionismo agresivo y totalmente falso de Escalante y todos los comunistas pro-soviéticos cubanos y latinoamericanos que combatieron brutalmente contra  el Che.

Entonces Fidel, presionado y chantajeado por el revisionismo soviético, propuso al Che un "exilio" en el lugar que él prefiera, sugiriéndole que viajara al Congo donde los cubanos tenían un compromiso de ayuda con el movimiento lumumbista. Es ésta, pues la razón del exilio del Che, primero al Congo donde trató, por todos los medios de unificar la guerrilla pro-china de Pierre Mulele y la pro-cubana de Soumialot y Kabila. (Ver nuestro capítulo del Congo Democrático, para mayor información al respecto). La operación Congo fue en realidad un fracaso por la enorme diferencia en la concepción de los revolucionarios congoleños, por una parte y la estrategia cubana por la otra.

Acá tenemos que aclarar algo muy importante. Estando el Che en la campaña del Congo que no se llevaba muy bien y que mostraba síntomas de una derrota inminente, le escribe una carta a Fidel explicándole la cantidad de obstáculos que existían y las pocas posibilidades de mejorar ostensiblemente la situación. La carta es leída por Fidel y otros de la dirección entre ellos el famoso "Barbaroja" Piñeiro, quién muy rápidamente, exclama: "Coño, este está pendejo" (Pendejo=cobarde, en el hablar corriente cubano) (20)  

Es de todo punto de vista ridículo y muy sugestivo el bajo comentario de Piñeiro que muy cómodamente sentado en La Habana tiene el desparpajo de calificar al Che de cobarde, cuando éste es, precisamente el paradigma de la valentía, del coraje, de la heroicidad en sus máximas expresiones. Esto prueba de una manera muy clara la animadversión que la dirección revisionista tenía respecto del Che.

Pero eso no es todo, más importante es el hecho de que Fidel Castro hizo pública la carta del Che de despedida cuando se abrió la posibilidad de una vuelta (no deseada) del Che del Congo a Cuba. Fidel, según el análisis correcto de Humberto Vásquez Viaña, mintió a Frei Beto cuando le dijo que publicó la carta estando el Che ya  en Bolivia, lo cual no es cierto (21). La carta salió a la luz en fecha 3 de octubre de 1965, lo que constituía realmente quemarle las naves definitivamente al Che. (22).

Che salió del Congo y no tenía ninguna intención de volver a Cuba por el hecho de haberse despedido definitivamente de su patria adoptiva y sobre todo porque se dio cuenta perfecta de la maniobra de Fidel al hacer pública su carta precisamente en esos momentos. Permaneció un tiempo prolongado en Dar es Salaam, Tanzanía y después en Praga, (Embajada de Cuba) Checoslovaquia, en calidad de clandestino y apátrida, sin saber en realidad qué hacer y sumido en profunda depresión.

El dirigente comunista boliviano Marcos Domic sostiene que Che fue rescatado del Congo  «con ayuda de los soviéticos ya que el movimiento armado no prosperó» (23), lo cual es completa y absolutamente falso, pues los soviéticos de Brejnev querían ver muerto al Che y por ello mismo tuvo que pasar bastante tiempo clandestino en la embajada cubana de Praga, Checoslovaquia para no ser descubierto por la KGB. Es cierto que el contingente cubano desplegado en el Congo fue trasladado a Cuba en aviones y ayuda soviética, más NO el Che Guevara.

Ante está situación, la exigencia de muchos movimientos revolucionarios que pedían conocer el destino y paradero de Che, Fidel Castro inició la gestión para el retorno clandestino de Che a la isla. Finalmente volvió precisamente después de celebrada la famosa y conocida reunión denominada la "Tricontinental" que de todos modos se dio  bajo la égida y la figura de Che ausente.

Mientras todos preguntaban por el Che, éste reposaba en una casa de campo en Pinar del Río, precisamente en la llamada "Casa del Americano", reponiéndose de las dolencias que había adquirido en el Congo. Era un clandestino oficial en su propia patria adoptiva, era un clandestino que paradójicamente ocultaba su popularidad para no disminuir el "prestigio" de la Unión Soviética revisionista que ya había pretendido confinar  a Che al olvido, pero que no lo conseguiría nunca. Los únicos olvidados son Jruschov, Brejnev, los Escalante  y toda la camada revisionista de la cual en el siglo XXI nadie se acuerda o se acuerda para despreciarlos olímpicamente.

En una palabra, el Che, un marxista-leninista en todo el sentido de la palabra, un anti-revisionista militante, un revolucionario a carta cabal, una personalidad relevante y prestigiosa del Tercer Mundo en su lucha histórica contra el imperialismo, fue sacrificado ladina y canallescamente por el revisionismo soviético con la complicidad de la dirección cubana que no supo rechazar el chantaje y abandonó al Che en las peores condiciones. Por ello mismo los marxistas-leninistas auténticos, somos los únicos que tenemos autoridad moral para reivindicar la figura y la herencia del Che y no así sus enemigos, aquellos que lo persiguieron, que lo engañaron, que lo abandonaron en manos del enemigo brutal y lo entregaron atado de pies y manos a la furia imperialista.

Dadas las condiciones concretas y la contradicción entre las concepciones del Che y de la dirigencia cubana de Fidel Castro, el Che prácticamente fue obligado a salir de Cuba precipitadamente y como era un hombre de mucha dignidad no podía quedarse en Cuba ya que constituiría el pretexto de una eventual sanción y venganza de los revisionistas soviéticos contra su patria adoptiva. Estas circunstancias determinaron su dramática resolución de salir a "cualquier" parte y muy rápidamente. Castro ya le había buscado el exilio: el Congo Democrático que se debatía en una sangrienta guerra civil entre los seguidores de Lumumba y los sirvientes del colonial-imperialismo occidental.
                                  
Sin embargo, hay mucho más. Actualmente se ha desarrollado una tendencia a presentar al Che como una figura ajena al marxismo y al leninismo y muy próxima a la Teología de la Liberación. Si realmente se pudiera encontrar en las ideas o en las obras de Guevara algún atisbo en ese sentido, no tuviéramos nada que argumentar o criticar. Empero se trata realmente de una impostura como lo veremos más adelante.
                                
Después viene el episodio Bolivia que no lo seguiremos porque es ampliamente conocido y no podemos agregar mucho a todo lo que se ha escrito al respecto y que corresponde, en realidad, a la historia revolucionaria de Bolivia.

En el plano teórico y político, estamos en la obligación de señalar sus errores, como de todo humano, para lograr que sus virtudes que fueron muchas no se desvanezcan en la enorme distorsión mercantilista en la que desembocado su recuerdo y su memoria por parte de las clases dominantes que pretenderán, en un futuro no lejano convertirlo en un simple afiche o una pancarta.

Antes de abandonar la cuestión de principio que constituye el Che, su vida, so obra y sobre todo su ejemplo, debemos señalar la admirable nobleza del Che Guevara que no quiso hacer pública nunca la razón de su semi-ruptura con Fidel, incluso en Ñancahuazú en su famoso "Diario". El Che se llevó a la tumba el «secreto», por una lealtad realmente asombrosa. Una sola palabra del Che pudo haber tenido consecuencias importantes y creemos positivas para el proceso revolucionario de esos tiempos. Por el contrario, todavía estamos esperando que Fidel Castro tenga la franqueza y la dignidad antes de desaparecer de hacer honor a la nobleza del Che, poniendo a la luz la verdad de aquella ruptura para que quede en los anales de la historia revolucionaria de América y el mundo.

Los marxistas estamos obligados rescatar al Che de la pancarta y del afiche, estamos obligados a rescatar su pensamiento y su figura que el revisionismo  trata de utilizar para sus fines inconfesables no obstante haberlo combatido sañuda y cruelmente hasta lograr su liquidación. Tan culpables de la muerte del Che son los revisionistas como el imperialismo ejecutor de la sentencia de muerte. No solamente se trata de un problema simbólico, se trata ante todo de la defensa del marxismo leninismo sustentado por el Che, frente a sus verdugos revisionistas. Se trata de colocarlo donde corresponde, en la tribuna de honor de los grandes revolucionarios del Siglo XX.

6.  LOS GIRARDI, LOS KOHAN Y OTROS IMPOSTORES CONTRA EL CHE              
Es increíble que a fines del siglo XX y principios del XXI, cuando la lucha de clases internacional está llegando a niveles altísimos, algunos pequeños círculos autotitulados de "izquierda", levanten en nuestro país las banderas de un espontaneísmo primitivo lindante con el anarquismo, en sustitución del movimiento revolucionario de los pueblos del mundo.
   
Concretamente tenemos en mente una serie de publicaciones de la Fundación "Che Guevara", que hacen referencia al pensamiento del Che, en la pluma de Guilio Girardi, cuyo título es: "Frente a la Globalización".
   
Pero vayamos por partes, el primer punto que queremos dilucidar en esta confrontación teórica con el "marxismo" ético-filosófico, es el del pensamiento del Che Guevara como exponente del "hombre nuevo".
   
Girardi se muestra como ferviente admirador del Che, de su pensamiento laico, de su humanismo revolucionario y principal y fundamentalmente de su optimismo histórico. Escuchemos, pues, en concreto, algunas de las ideas de Girardi respecto al pensamiento del Che:
   
«Considerando la confianza en la capacidad intelectual, moral y política del pueblo oprimido, de construir y dirigir una sociedad alternativa como la intuición fundamental del Che, estamos diciendo que, en nuestra interpretación, el papel fundamental no le pertenece a la necesidad e invencibilidad de la guerrilla. Primero, porque la opción guerrillera del Che no es absoluta sino históricamente condicionada: es decir que ella le pareció en aquel contexto internacional la estrategia necesaria y eficaz para derrocar al imperialismo; en cambio su confianza en el pueblo concientizado, movilizado y organizado es absoluta. En segundo lugar, su confianza en la invencibilidad de la guerrilla no procede de un poder mágico atribuido a la violencia revolucionaria, sino del hecho de que ella cuenta con el respaldo del pueblo, del cual interpreta sus aspiraciones.....» (24)
   
«Pero el problema principal a propósito del cual el pensamiento del Che necesita de una actualización (sic) es el papel que, en la elaboración del proyecto de hombre nuevo, se le atribuye al paradigma del guerrillero; y vinculada con esta opción, la centralidad estratégica otorgada a la guerrilla a nivel latinoamericano. La presencia de numerosos movimientos populares impone el abandono (sic) de un paradigma único y la necesidad de reconocer el surgimiento de modelos diversos de personas nuevas como: la mujer, el indígena, el negro, el estudiante, el intelectual, el escritor, el educador, el investigador científico, el profesional, el ambientalista, el defensor de derechos humanos, el trabajador informal, el desempleado, el homosexual, etc., distinguiendo en cada uno de estos sectores el componente masculino y el femenino.....  Cuestionar la centralidad estratégica de la guerrilla significa además recorrer los múltiples caminos antiguos y nuevos, de la estrategia no violenta, es decir de la movilización popular, que corresponden a los múltiples sujetos identificados arriba. Ha llegado quizás el momento, para los movimientos de inspiración marxista, de valorar el enorme aporte estratégico de la tradición no violenta.....» (25)   (Negrillas nuestras)
   
 Como si fuera poco, vamos a finalizar con  Girardi y esta última cita:
   
 «Por cierto, entre el marxismo dogmático y economicista y la tradición no violenta la contradicción es insuperable. Pero el problema cambia radicalmente, cuando la comparación, el diálogo y el intento de síntesis se realizan con un marxismo humanista como el marxismo del Che. Aquí la confianza en el pueblo, en su triunfo no se funda en el determinismo económico, ni la superioridad militar, sino en la fuerza del derecho y del amor, es decir del pueblo concientizado, movilizado y organizado. En otras palabras, la eficacia de la violencia revolucionaria se funda en las dimensiones no violentas y anti-violentas de su misma lucha. (26) (Negrillas nuestras)
   
En primer lugar, estamos plenamente de acuerdo con Girardi cuando rechaza un "socialismo" burocrático, economicista y determinista que predominó en los países de Europa oriental e inclusive en la antigua Unión Soviética, a partir de 1956.
   
En segundo lugar, acá comienzan nuestras grandes diferencias y nuestras críticas al pensamiento manipulador de Girardi, que atribuye el Che concepciones que no tuvo nunca, como probamos ya en estas notas.  Sostener que se puede separar la concepción guerrillera del Che de su carácter popular es realmente ridículo.
   
El Che junto a los grandes maestros de la revolución, ha sustentado y sustenta, con una fuerza muy grande, la necesidad del apoyo del pueblo "concientizado", "movilizado" y sobre todo "organizado", para respaldar cualquier acción guerrillera revolucionaria. Son, pues, inútiles los esfuerzos de Girardi de encontrar una muralla china entre esos elementos de la lucha revolucionaria. Las muestras claras de los grandes triunfos revolucionarios del siglo XX, constituyen las pruebas más palpables de la centralidad de la violencia revolucionaria apoyada, naturalmente, en el pueblo organizado. Esto queda completamente claro y Girardi está en la obligación de revisar sus conocimientos en torno a los conceptos de la guerra del pueblo, de la guerra popular, de la guerra prolongada y tantos conceptos y prácticas implementadas por los pueblos guiados por la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo-maoísmo.
   
 En tercer lugar, algo muy importante, no puede, pues, el Sr. Girardi, distorsionar al Che y tratar de presentarlo como el representante de una supuesta "violencia no violenta", Es éste realmente un exceso intolerable. Escuchemos qué dice el Che respecto a la lucha guerrillera:
   
"Guerra de Guerrillas: un método.
   
  Ante todo hay que precisar que esta modalidad de lucha es un método; un método para lograr un fin. Ese fin, indispensable, ineludible para todo revolucionario, es la conquista del poder político. Por tanto, en los análisis de las situaciones específicas de los distintos países de América, debe emplearse el concepto de guerrilla reducido a la simple categoría de método de lucha para lograr aquel fin....» (27)
                                                                                                                                   
Por el camino de la polémica, suele criticarse a aquellos aduciendo que se olvidan de la lucha de masas, casi como si fueran métodos contrapuestos.  Nosotros rechazamos el concepto que encierra esa posición; la guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas. Pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo de la población, es el preludio de un desastre inevitable...." (28)
   
Podríamos, efectivamente, encontrar innumerables citas del Che, explicando el carácter de la guerra de guerrillas, su pertinencia y su necesidad en las condiciones de América Latina. En realidad el Che Guevara es uno de los grandes exponentes de la teoría y la práctica militar-revolucionaria de los pueblos del mundo, entonces resulta ofensivo para su memoria pretender separar su inmenso humanismo de nuevo tipo, un humanismo revolucionario de su convencimiento en cuanto a la necesidad histórica de la violencia revolucionaria.
   
Finalmente, en cuarto lugar y en otro párrafo, mucho más cerca de la verdad, Girardi sostiene la necesidad de actualizar el pensamiento del Che en cuanto a la centralidad del guerrillero como hombre nuevo, incorporando, según su criterio sujetos "nuevos", como la mujer, etc., etc.

Otra vez reiterativamente aparece la falsa denuncia de que la lucha armada desconoce a sujetos nuevos y formas de lucha popular no violenta. Ningún teórico marxista de la guerra puede ignorar la necesidad perentoria del apoyo popular, eso ya lo explicamos, tampoco desconoció, ni puede desconocer el aporte inmenso en la guerra, en la guerrilla de aquellos sujetos supuestamente "nuevos".

No, Sr. Girardi, las mujeres no son "nuevas", junto al hombre lucharon siempre en las guerras populares (¿Se acuerda de la Comuna de París?), también lo hicieron los indígenas (¿se acuerda de Guatemala?), los negros luchan no como "nuevos" sino como muy antiguos enemigos del imperialismo desde la vieja e infame "Economía de Trata": el Africa y los afro-norteamericanos saben de esas luchas mucho más que el Sr. Girardi. Podríamos, otra vez, citar por montones las pruebas de la lucha junto al proletariado y al campesinado, de esos supuestos "nuevos" y antiguos aliados de las guerras populares del mundo. ¡Girardi debe informarse mejor!

Girardi dice en un tono condescendiente que el pensamiento del Che necesita una "actualización" y quién va a "actualizar" el pensamiento del Che, naturalmente Girardi.

En fin, no es posible conjuncionar el pacifismo vulgar y burgués con la teoría revolucionaria a la cual permaneció fiel el Che Guevara y, la "Teología de la Liberación", debe recoger sus propios héroes y no tratar de confundir presentándonos un Che Guevara cristiano o no-violento, porque esa es una intolerable falsificación. No se puede, so pena de caer en la peor de las adulteraciones, emparentar la concepción guerrillera del Che Guevara con los puntos expresados en el párrafo anterior.

Concretamente, - el Che luchaba por la toma del poder político en Cuba y en Bolivia.
                                                                                                       
El Che construyó junto a Fidel en Cuba, la vanguardia revolucionaria del pueblo e intentó crear en Bolivia, la vanguardia de la guerra revolucionaria para América Latina.

Para el Che, las armas son muy necesarias, no solamente hasta el triunfo de la revolución, sino también para defenderla.   ¡Imagínese el lector si la "sociedad civil" cubana hubiera desarmado al Ejército Rebelde antes de la invasión de la Bahía de Cochinos!

En fin, los absurdos de Girardi, acá tocan ya los límites de la paciencia.



COMENTARIO SOBRE  NÉSTOR KOHAN.
(Clase pública del 12 de julio de 2002)
Universidad Popular Madres Plaza de Mayo.

Ahora analizamos las tesis del argentino Néstor Kohan sobre el pensamiento "auténtico" del Che.

Néstor Kohan  es un argentino que desde las tristes trincheras trotskistas intenta, a través de una cátedra en la Universidad formada por las "Madres de Mayo" convertir al Che en un anti-stalinista y casi en un “trotskista”, lo cual naturalmente es un despropósito como lo hemos  comprobado en este último capítulo de nuestro trabajo dedicado al Che.

Kohan enfrenta sobre todo el problema de que el CHE era una especie diferente de comunista y de marxista, es decir no ligado a los textos de manual que salían de la Unión Soviética en la época stalinista, pero que Kohan, atribuye de mala fe a Stalin precisamente por su clara tendencia trotskista. (Los famosos "manuales" que efectivamente fueron inspirados por Stalin para dar expresiones populares del marxismo y de los avances del socialismo en la Unión Soviética, fueron distorsionados completamente a partir de la muerte de Stalin, por los revisionistas de Jruschov que prometían el comunismo y nos volvieron brutalmente al capitalismo salvaje)

Dice Kohan refiriéndose al Che:

«Finalmente, tratamos de realizar un difícil equilibrio entre ambos tipos de actividades (teóricas y prácticas). Traer invitados e invitadas pero también leer, discutir y profundizar colectivamente en clase. Y hoy precisamente nos toca hacer el trabajo más agotador y más difícil: ponerse a ver qué pensaba realmente el Che, y a estudiar detenidamente lo que él escribió y pensó. Es menos "atractivo" que venir a escuchar a una gran celebridad, pero nos parece que la Cátedra tiene que aportar en ese sentido. Es un desafío para todos, pero nosotros apostamos a que al final del año se hayan realmente discutido los textos del Che. Y que esa discusión se haga con fundamentos, no apelando a frases hechas sino a partir de la lectura. Nosotros pensamos que nuestra Universidad Popular tiene que ser rigurosa. Que aspiremos a una educación "popular" no implica populismo ni facilismo de ningún tipo. Y ser rigurosos implica estudiar. El Che era un gran estudioso y una persona muy rigurosa. Tratemos de seguir su ejemplo en la vida cotidiana» (29).
Entonces la pretensión de Kohan es describir lo que el Che "pensaba realmente" y no lo que el Che escribía textualmente. Una tarea harto ambiciosa y además impostora.
 Sigue Kohan y sus elucubraciones:
«Volvamos a la carta a Armando Hart sobre la filosofía. (Esta carta la hemos reproducido íntegramente es este mismo folleto) Entonces, decíamos, el Che le da a Hart una serie de puntos, donde él resume una especie de plan de estudios, que puede llegar a servir - sostiene el Che - para desarrollar un plan de ediciones, o sea un plan editorial de los cubanos. Porque el plan que existe actualmente - dice el Che en 1965 - es insuficiente. Es muy "seguidista" de las publicaciones oficiales de los comunistas franceses, que a su vez eran completamente seguidistas de la Unión Soviética...
Entonces Guevara plantea ahí una serie de autores a estudiar, a partir de una periodización histórica. Y aquí encontramos otro de los núcleos teóricos fundamentales, absolutamente contradictorio con la cultura filosófica y teórica oficial en la Unión Soviética stalinizada de aquellos años. El Che ordena el estudio de los filósofos y de los pensadores a partir de...la historia. Porque si algo caracterizó a los manuales soviéticos de filosofía eso es precisamente que obviaban toda referencia a la historia. Deshistorizaban completamente el marxismo. Los académicos soviéticos que elaboraban los tristemente célebres manuales de la Academia de Ciencias presentaban la teoría marxista como un bloque macizo y sin fisuras, como si no se hubiese constituido en la historia. Un ladrillo, pesado y cuadrado, sin génesis y sin historia. Y cualquiera que se animara a dudar de ese ladrillo –denominado en tiempos de Stalin "marxismo leninismo" para desgracia del propio Lenin...- era caracterizado inmediatamente como "antisoviético" o "revisionista". Muy bien, el Che, a diferencia de esa cultura dogmática de las Academias de Ciencias de la URSS, plantea en esta carta que hay que estudiar a partir de la historia. No puede ser que el marxismo sirva para explicar la historia del capitalismo pero no pueda explicar su propia historia, su propia génesis, su propio proceso de constitución.
El Che entonces sugiere empezar por los griegos. Y reivindica a una serie de autores, cuestiona a Kruschev como dirigente político del Partido Comunista soviético (PCUS). Y aparece por ahí, en su carta, la figura muy polémica de Stalin, que él dice que hay que estudiarlo. ¿Por qué?, nos preguntamos nosotros. Si el Che no tenía nada que ver con esa cultura política stalinizada, si el Che apelaba a una visión creadora del socialismo, si el Che apostaba a la construcción de una nueva subjetividad revolucionaria (mientras Stalin se limitaba a decir que la URSS era superior al capitalismo..."porque produce más acero"), ¿por qué insistir entonces con Stalin? (30)
Aquí Kohan se desenmascara totalmente mostrando toda su mala fe. ¿Quién es él para indicarle al Che que no insista con Stalin? El párrafo citado y que está ampliado en la carta a Hart y lo reproducimos acá para demostrar la felonía de Kohan: 
«Sigamos su recomendación metodológica. No estudiemos en abstracto, al margen del tiempo y del espacio, en forma metafísica. Estudiemos históricamente. Vayamos pues a la historia para encontrar la respuesta.
Muy bien, en aquella época (mediados de la década del '60): ¿quién reivindicaba a Stalin? Los comunistas chinos. Éstos, polemizando con los soviéticos, que "aparentemente" habían dejado de ser stalinistas - aparentemente... – e iniciaban la defensa de una nueva perspectiva política que se conocía como "coexistencia pacífica", defendían a Stalin». (31)

El Che efectiva y textualmente dice:

V). [En el original aparece el N° IV tachado y rectificado como V. La propia carta luego lo explica]. Se está realizando ya, pero sin orden ninguno y faltan obras fundamentales de Marx. Aquí sería necesario publicar las obras completas de Marx y Engels, Lenin, Stalin [subrayado por el Che en el original] y otros grandes marxistas. Nadie ha leído nada de Rosa Luxemburgo, por ejemplo, quien tiene errores en su crítica de Marx (tomo III) pero murió asesinada, y el instinto del imperialismo es superior al nuestro en estos aspectos. Faltan también pensadores marxistas que luego se salieron del carril, como Kautsky y Hilfering (no se escribe así) [el Che hace referencia al marxista austríaco Rudolf Hilferding] que hicieron aportes y muchos marxistas contemporáneos, no totalmente escolásticos.

VII). Aquí vendrían los grandes revisionistas (si quieren pueden poner a Jruschov), bien analizados, más profundamente que ninguno, y debía estar tu amigo Trotsky, que existió y escribió, según parece. (32)

Este es el párrafo que pone de vuelta media al Sr. Kohan, pues, con toda claridad, el Che coloca a Trotski junto a Jruschov como los grandes revisionistas, sobre todo al "amigo" de Hart: Trotski. El Che supone o le consta que Hart tiene simpatías trotskistas, pero el Che claramente ya ha declarado quiénes son los clásicos del marxismo y quiénes son los grandes revisionistas, empero como es un revolucionario amplio jamás plantea que no deba leerse tal o cual libro, a tal o cual autor. Según él se debe leer todo, incluso a los enemigos.

No se debe ni puede seguir con la farándula de "dictar clases sobre el Che" y desfigurar su pensamiento con el atrevimiento de pretender ser los verdaderos intérpretes del Che cuando esa interpretación es más clara que el agua y corresponde a la línea marxista-leninista en todos sus términos acercándose también a la concepción general de Mao.

Pero, sigue insistiendo tercamente en su falseamiento del Che:

«El Che se hace eco de.... a pesar de la inmensa distancia que separa su propia concepción humanista del socialismo y el marxismo stalinista.......

Un ladrillo pesado y cuadrado, sin génesis y sin historia. Y cualquiera que se animara a dudar de ese ladrillo =denominado en tiempos de Stalin "marxismo-leninismo" para desgracia del propio Lenin, era caracterizado inmediatamente como "anti-soviético" o "revisionista"….». (33)

Según Kohan los chinos reivindicaban a Stalin. Cierto.
Los chinos polemizaban con los soviéticos sobre Stalin y otros problemas. Cierto.
Los soviéticos "aparentemente" habían dejado de ser stalinistas. Falso.
Los soviéticos habían dejado de ser stalinistas en los hechos y en las palabras. Cierto
Los soviéticos iniciaban una nueva perspectiva política llamada "coexistencia pacífica". Cierto.

Crítica al comentario de Kohan.

El peor defecto de Kohan y sus compinches en la cátedra "Che Guevara" de las Madres de Plaza de Mayo de la Argentina (De la cual ya ha sido expulsado por discrepancias con la señora Bonafini), es insistir en la forma más tenaz en que el Che DEBE pensar como ellos quisieran, pretenden hacer DECIR al Che lo que ellos quieren que diga el Che, no les importa qué DICE realmente  el Che, sino lo que ellos piensan que DEBE decir el Che. Kohan sostiene que Stalin en sesenta años de lucha revolucionaria en la revolución de Octubre, en la construcción del socialismo en la URSS, en el triunfo de la Gran Guerra Patria, en la construcción del campo socialista, lo único que dijo era: "Que la URSS era superior al capitalismo...porque producía más acero".

¿Se puede realmente discutir con un intelectual, o lo que sea, que reduce la obra del gigante del socialismo en el siglo XX a cuatro disparates de su propia cosecha?

Este método fraudulento utilizado sistemáticamente tiene el inconveniente para sus sostenedores, de mostrar hasta qué punto puede llegar el falseamiento de la figura del Che en beneficio de una posición política. Esa posición política es cada vez más clara. Se trata de convertir al Che en un pensador social-demócrata, "enemigo" de la violencia revolucionaria, "enemigo" de la lucha armada y finalmente en el colmo de la falsificación, "enemigo" de la....guerrilla y…..partidario de Trotski. Pero, si el Che es el paradigma de la lucha guerrillera, ¡eso no importa! En cuanto a Stalin, ya sabemos cuál es el pensamiento de los falsos socialistas, de los trotskistas solapados y de todos los reaccionarios que lo odian apasionadamente porque los castigó como merecían por traidores al rumbo socialista. Estos "demócratas" que igual que los neoliberales rinden pleitesía a la democracia formal y abominan la dictadura del proletariado, se ensañan con Stalin porque les da vergüenza atacar sus verdaderos objetivos que son Marx y Lenin. Del mismo modo actuó Gorvachov y la prueba la tenemos en la conferencia de Gorby en Turquía donde apareció su verdadero pensamiento frente al Marxismo-Leninismo.

Terminamos este pequeño «Dossier» que tiene el objetivo de mostrar que Che fue un marxista leninista "convicto y confeso" y que todas las otras interpretaciones son interesadas y tienen el fin  de presentar un personaje "democrático burgués", "humanista" y hasta cristiano. ¡No es así!  

¡¡Es Che revolucionario el que debe quedar en los anales del Movimiento Comunista Internacional como uno de sus grandes exponentes!!


NOTAS BIBLIOGRAFICAS

1.     Castañeda, Jorge. "La vida en rojo". Una biografía del Che Guevara. Pág. 470.
2      Guevara, Ernesto.  CHE. Obras. Tomo I. Pág. 174.
3.    Guevara, Ernesto.  CHE. Argelia. Seminario Económico de Solidaridad Afroasiático.    24 de febrero de 1965.
4.     Guevara, Ernesto. CHE.  Obras. Tomo II. Pág. 329.
5.     Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo I. Pág.  32.
6.     Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo I.  Pág. 97.
7.     Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo II. Págs. 263-264.
8.     Guevara, Ernesto. CHE. Mensaje a la Tricontinental.
9.      Castañeda. Citada. Pág. 231.
10.   Tablada Pérez, Carlos.  "El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara". Pág. 98.     También. Guevara. Obras. Tomo II. Págs. 254 y 255, donde cita textualmente la obra de Stalin: "Sobre los fundamentos del leninismo".
11.    Guevara, Ernesto. CHE.  Carta de Dar Es Salam a Armando Hart.
12.  Hart, Celia. Israel Shamir y Oscar Egido. Polémica.  "Del modelo orweliano o paradigma totalitario". Internet.
13.    Ariet García, María del Cármen. “El pensamiento político de Ernesto Che Guevara. Ocean Sur.  2007. Pág.  49.
14.     Castañeda.   Citada. Pág. 314.
15.    Castañeda.  Citada. Págs. 314-315.
16.    Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo II. Mensaje a la Tricontinental. Págs.  586-587.
17.    Guevara, Ernesto. Che.  Obras  Tomo II.  Mensaje a la Tricontinental. Pág. 598.
18.    Castañeda. Citada. Págs. 362-363.
19.    Castañeda, Citada. Págs. 363-364.
20.    Rojo, Ricardo. Mi amigo el CHE. Pág. 205-206.
21.    Hetmann, Fredrick. Informe-R. Habana.
22.    Castañeda. Citada. Pág.  381.
23.    Vásquez Viaña, Humberto. "Una guerrilla para el Che". Pág. 211.
24.    Vásquez Viaña, Humberto. Citada. Pág. 211.
25.  Domic, Marcos. "La fascinación del poder".  Editorial UMSA. 1997. Pág. 218 y "Marxismo Militante".      Revista del PCB. 
26.    Girardi, Guilio. "Frente a la Globalización". Pág.  46
27.    Girardi.  Citada. Págs. 61 y 62.
28.    Girardi.  Citada.  Pág.  62.
29.    Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo I. Guerra de guerrillas, un método. Pág.  161.
30.    Guevara, Ernesto. CHE. Obras. Tomo I. Guerra de guerrillas, un método. Pág.  162.
31.    Castañeda. Citada. Pág. 231.
32.    Kohan, Nestor.  Cátedra Che Guevara de la Universidad Madres de la Plaza de Mayo. Internet.
33.    Guevara, Ernesto. CHE. Párrafos de la Carta a Armando Hart de 4 de diciembre de 1965. Internet.
34.    Kohan.  Citada.

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Fondo  Editorial «LIBERACION».
La Paz-Bolivia.
Aumentada y corregida en Junio de 2010.

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