martes, 19 de julio de 2011

“ARRIBA Y ABAJO” EN LA REVOLUCIÓN

13-07-11
Debates

“ARRIBA Y ABAJO” EN LA REVOLUCIÓN
(A propósito de “Revoluciones desde abajo” de Isabel  Rauber)


El intelectualismo más radical y desubicado se hace presente sistemáticamente en su  avance subrepticio en la académica y la palestra universitaria. Es este el caso de Isabel Rauber una intelectual argentina que ha reemplazado la dicotomía izquierda y derecha, con la de arriba y abajo. Son efectivamente muchos los intelectuales que a posteriori, nos salen con sus teorías más diversas para criticar deshonestamente la grande y heroica  ola revolucionaria del siglo XX, encontrándole defectos existentes que seguramente los tuvieron y también otros  inexistentes, pero que no pueden confundirse con la negación absoluta por parte de quienes jamás hicieron ni hacen nada por la revolución y se dedican cómodamente a censurar y descalificar el sacrificio de millones de hombres y mujeres que estuvieron a punto de cambiar todo el mundo a mediados del siglo pasado. 

Empero veamos poco a poco de qué se trata:

«Fue así que, mediante la intervención de la III Internacional y del entonces llamado “Movimiento Comunista Internacional”, se generalizó en casi todo el planeta aquella estrategia orientada a “forzar” el cambio social “desde arriba” (desde la superestructura y comandado por la vanguardia). …Se sostenía entre ejes básicos: El Estado (que sería el instrumento fundamental), el Partido (que sería el sujeto del cambio, su personificación política), y la economía.»(1) 

Es muy clara la tendencia a desacreditar a la heroica III Internacional y al Movimiento Comunista Internacional que, según Rauber, pretendía “forzar” un “cambio social desde arriba”. Es decir desde la superestructura y comandado por una vanguardia. La superestructura, como sabemos, está constituida por los niveles político- jurídico e ideológico. Las revoluciones verdaderas rompen  las estructuras económicas, políticas e ideológicas del capitalismo y es eso precisamente lo que hicieron la revolución bolchevique y la revolución china, así como otras revoluciones. Parece que Rauber no sabe qué es la superestructura. ¿Cómo hubiera podido hacerse revolución desde el Estado o desde la ideología constituida por las ideas/representaciones y las conductas/comportamientos? ¿Algo completamente incomprensible!

Esta crítica está dirigida contra el pensamiento leniniano que organizó la Tercera y forzó, no el cambio, sino la revolución en octubre de 1917 y “desde arriba”, según Rauber. No se puede sino esbozar una sonrisa en cuanto a la incoherencia de Rauber que por una parte elogia a Lenin, como gran clásico, pero desacredita sus principios fundamentales; la dictadura proletaria y la construcción revolucionaria del socialismo.
Según Rauber el “arriba” de Lenin se basa en tres ejes; El Estado, el Partido y la Economía. 

En primer lugar la cuestión de “El Estado”. Según Marx, Engels y Lenin, la revolución socialista no destruye todo Estado, lo que destruye es el Estado capitalista, que no es lo mismo y construye el Estado Socialista. Una revolución verdadera no puede simplemente destruir el Estado capitalista y quedar sin Estado, lo cual es una aberración teórica. El Estado que fue construido sistemáticamente por el modo de producción capitalista es un conjunto de estructuras formadas históricamente en virtud a la correlación de fuerzas sociales que determinan el carácter de ese Estado. El Estado capitalista no debe ser “capturado” como se cree corrientemente, sino destruido (Ver: El 18 Brumario), posteriormente se trata de construir, sí construir,  el Estado socialista. Rauber pretende una revolución que destruya todo Estado, así nos encontramos con la viejísima teoría del anarco-sindicalismo que no tiene nada de nuevo. 

En cuanto al Partido. El Partido según Lenin es imprescindible porque constituye la organización política consciente del proletariado y el campesinado para dirigir el proceso revolucionario y no así simplemente el cambio. ¿Qué movimiento revolucionario, qué pensador revolucionario serio puede prescindir de la dirección, de la conducción, de la organización de un proceso para alcanzar fines concretos?  Será posible realizar cambios minúsculos sin una dirección. ¡Es impensable pues seguir en la peregrina historia de movimientos sin cabeza, de cuerpos descerebrados como la solución revolucionaria!

Finalmente la economía. La revolución que ha conseguido por métodos revolucionarios conseguir una correlación favorable de fuerzas sociales, necesariamente comenzara a desmontar las estructuras económico-sociales del capitalismo para sustituirlas por relaciones solidarias y socialistas. ¿Dónde está el defecto? Deberán las fuerzas descerebradas del nuevo socialismo dejar de pensar (¿cómo lo podrían hacer sin cerebro?) en la economía capitalista para destruirla y establecer nuevas relaciones económicas.
Empero, parece ser ésta, una discusión de minusválidos.

«Los trabajadores no fueron los protagonistas del cambio revolucionario, sino el Partido. La práctica de la construcción socialista no resolvió el problema básico de la enajenación del mundo del trabajo y la vida social. Las revoluciones “desde arroba”, exitosas en el propósito de conquistar el poder, fracasaron en su objetivo principal: transformar raizalmente la sociedad.»(2)  

Según Rauber, los trabajadores rusos, los campesinos y la intelectualidad revolucionaria rusa no tuvieron nada que ver en la revolución de octubre, dirigida, otra vez según Rauber, por una camarilla en torno a Lenin. Rauber, además pretendía que el 18 de octubre, es decir al día siguiente de la toma del Palacio de Invierno, se cambiara “ raizalmente” la enajenación del trabajo y la vida social y por ello afirma que “fracasaron en su objetivo principal de transformar la sociedad”. La transición revolucionaria es larga y esta verdad debe ser comprendida. Sostener que la revolución de Octubre no cambio la vieja y reaccionaria sociedad zarista y no inició victoriosamente la construcción socialista, es otra de las aberraciones teóricas de Rauber.

«Las experiencias socialistas este-europeas del siglo pasado, evidencian las limitaciones y consecuencias de los caminos que intentaron construir la sociedad nueva con concepciones y prácticas marcadas por el reduccionismo economicista, el autoritarismo político, el mecanicismo  sociocultural, la burocratización creciente de los funcionarios del Partido y el aparato estatal, y el consiguiente y creciente distanciamiento entre Estado, sociedad y ciudadanía.»(3) 

Rauber no sabe o no comprende que las experiencias este-europeas fueron el resultado de la victoria militar de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial y por lo mismo no podían conseguir el consejo de Rauber para construir el socialismo y tuvieron que hacerlo sobre las ruinas y la destrucción masiva provocadas por la agresión nazifascista. Estos elementos tan conocidos y evidentes, no existen para la gran teórica.

«UN NUEVO SOCIALISMO. Se trata de un nuevo horizonte socialista, de un nuevo socialismo y comunismo que –en los albores del siglo XXI—ha comenzado apenas a esbozar algunos de sus rasgos y características…Ellas germinan, laten y se desarrollan en las resistencias, luchas, búsquedas y propuestas revolucionarias de los pueblos, como por ejemplo, en las experiencias de los pueblos indígenas originarios, en Bolivia, en Ecuador, en Guatemala, en Perú, y en las experiencias de otros pueblos del continente indo-afro-latinoamericano, tales como Cuba, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Brasil, entre otros…»(4) 

Ahora tenemos ya no el Socialismo del Siglo XXI, sino el nuevo socialismo “a la rauber” desde “abajo”. Este nuevo socialismo se desarrolla en las resistencias, luchas, búsquedas y propuestas de los pueblos como en Bolivia, Ecuador Guatemala, Perú, etc., etc. Entonces el viejo socialismo de la Tercera, de Lenin y Stalin, no desarrolló ninguna resistencia (la resistencia anti-nazi de Stalingrado, por ejemplo, es un piojo tuerto a lado de las resistencias “ecuatorianas” y “brasileñas”). En cuanto a las luchas del nuevo socialismo, para Rauber, son inmensamente superiores a la Revolución china, a la revolución vietnamita, a la revolución coreana, a la revolución cubana y un largo etcétera. En fin, el papel aguanta todo.

¿En qué mundo vive Rauber?

El “arriba” de Engels.
Efectivamente Engels en su artículo sobre la cuestión social en Rusia nos compara los procesos europeos que los considera de “arriba” con el proceso ruso que comprende a los movimientos campesinos masivos de la insurgencia rusa. Si ya en aquellos tiempos de Engels, Rusia ya manifestaba esos rasgos de “abajo” mucho más lo haría la revolución de octubre. Engels califica movimientos de arriba a los europeos académicos e intelectuales precisamente comparándolos con los profundos movimientos campesinos en Rusia, por lo mismo, la asimilación que hace Rauber aprovechando una cita de Engels es impertinente para calificar el siglo XX como un insurgencia desde arriba.

En este problema nos extraña infinitamente y nos sorprende de modo especial, la gran ausencia en Rauber de por lo menos una mínima referencia a la revolución china. Realmente Rauber no conoce ni de lejos, ni por textos, ni por artículos de prensa que en 1949, triunfó en la China milenaria una revolución “desde muy abajo”, desde la profundidad millonaria campesina de la China de Mao Tse-tung, con un Partido Comunista, con un Comité Central, con un Estado Socialista, un Gran Salto Adelante y con una Gran Revolución Cultural Proletaria que conmovió al planeta y sobre todo con un timonel del calibre del gran Mao. ¿Dónde estaba Rauber? 

Y Vietnam y su RESISTENCIA  anti yanqui. ¡No!, para Rauber los vietnamitas lucharon desde arriba contra el Imperialismo, y Korea y España republicana, y Laos y Kampuchea y Perú del sendero rojo. ¡No!, según Rauber todo “desde arriba”.

«Empezar a transformar la sociedad sin tomar el poder. Los movimientos sociales no son “portadores” de una ideología implantada en sus conciencias desde el exterior (por los partidos o os intelectuales de izquierda); no son “correas de transmisión” de las decisiones y voluntades de los partidos políticos de izquierda, supuestamente “dueños” de la ideología revolucionaria.».(5) 

Y, ¿qué es Rauber sino una intelectual de “izquierda”?

«El concepto desde abajo alude, en primer lugar,  a un posicionamiento político-social que ubica dónde surge el poder (los poderes) y define desde dónde debe partir la disputa y la construcción de poder propio orientado a la transformación de la sociedad, en el que ocupa un lugar central, protagónico, la participación de “los de abajo”!. Así lo emplearon en su tiempo, por ejemplo Marx, Engels y Lenin.»(6) 

Sorpresa, ahora Lenin ya no es “desde arriba”, ahora es “desde Abajo”. La construcción de poder propio orientado a la transformación de la sociedad es precisamente lo que hizo la revolución en el siglo XX con la participación de los de abajo dirigidos por el Partido. Acaso no participaron los de abajo en las revoluciones del siglo XX. Por favor dejémonos de chiquilladas.

La utilización deshonesta de Samir Amin, un comunista convicto y confeso.

La cita de Amin, es la siguiente:

«1) La visión de un contraste tajante entre sociedades capitalistas y las sociedades socialistas, y de paso, el rechazo absoluto y total de la idea de que los elementos de la nueva sociedad podían desarrollarse en el seno mismo de la sociedad capitalista. 2) La concepción de quela transición al socialismo a escala mundial tomaría la forma de un conflicto entre el campo de los países socialistas y el de los países que seguían siendo, por un tiempo, capitalistas, en la medida en que este conflicto se habría inscrito en el marco de la coexistencia pacífica. 3) el hundimiento de los sistemas soviéticos, por un lado, y el abandono del proyecto maoísta de construcción socialista de China y su reemplazo por un proyecto de desarrollo capitalista nacional, por el otro, interpelan los dogmas del marxismo-leninismo sobre la transición y el carácter supuestamente irreversible de la construcción socialista.»(7)

Samir Amin, claramente está criticando los criterios revisionistas derivados del famoso XX Congreso del PCUS que consideraban la contradicción principal entre el campo capitalista y el socialista y por otra la concepción de que la transición al socialismo tomaría la forma de un conflicto entre esos sistemas y finalmente su crítica al carácter supuestamente irreversible de la construcción socialista. 

¿Dónde tenemos en Amin un apoyo a la revolución desde abajo? Pues, en ninguna parte. Es esta una manipulación del prestigio de Samir Amin.

En cuanto a Engels, efectivamente desde la creación de la Segunda Internacional, tuvo concesiones claras con el revisionismo al aceptar la vía constitucional siempre que se cuente con la mayoría del pueblo. Empero si efectivamente Engels pensó de esta manera simplemente se equivocó, pues muchas veces fuerzas de izquierda obtuvieron, vía electoral, una clara mayoría poblacional, empero crueles y brutales golpes de Estado y sonadas derechistas y fascistas destruyeron la ilusión parlamentarista, electoralista y pacífica. Ejemplos: Chile de Allende, Aristide de Haití, Arbenz de Guatemala, Sukarno de Indonesia, Mosadeg de Irán, Juan Bosch de la Dominicana, Lumumba de Congo, etc., etc. Se puede encontrar muchísimos ejemplos de la acción violenta de la derecha y el fascismo para detener y destruir procesos de cambio y más aún procesos revolucionarios.

Engels compara Alemania y Europa occidental donde la izquierda está representada efectivamente por intelectuales de “arriba”, en tanto la insurgencia rusa parece como rebeldía de obreros y campesinos pobres, desde “abajo”, sin usar precisamente este “abajo”.

Es ésta otra manipulación de Engels por parte de Rauber.

¿De qué sirve una mayoría poblacional si no puede defender sus derechos con la violencia revolucionaria?
En este campo Rauber está pisando terreno muy deleznable apoyándose en opiniones de Engels.

¿Las “Limitaciones” ideológicas de Lenin?

«Forzar: idea clave de la lógica leninista. El concepto forzar –su contenido, justificación, alcances y papel—resulta una llave para adentrarse en la lógica de la lucha y la construcción social, política económica y cultural leninista. La sintetiza como ningún otro y, a la vez pone de manifiesto las limitaciones de Lenin (sic) para aprehender los fenómenos de la conciencia humana, particularmente lo que hace a la  formación de la conciencia política de los explotados y oprimidos por el capital, y a sus condiciones de subordinación a su hegemonía ideológica y, por tanto,  a los modos y vías su superación liberadora.» (8) 

La arrogancia y desfachatez de Rauber tocan acá límites inadmisibles. Sostener muy suelta del cuerpo que Lenin tenía limitaciones ideológicas para comprender la conciencia de los explotados es un exabrupto intolerable en una falsa intelectual “progre”. Efectivamente Lenin puede ser criticado por muchas cosas, como lo pueden se los clásicos Marx y Engels, empero cosa muy diferente es sostener limitaciones teóricas e ideológicas en uno de los genios de la revolución es algo que no se puede admitir de ningún modo. Rauber que jamás ha podido transformar ni el desván de su domicilio se permite dudar de la capacidad intelectual de un gigante como Lenin.

La manipulación de textos.  En cuanto a este tema se comprueba hasta la saciedad, la vacuidad, insolencia, y atrevimiento de una intelectual que no hace sino manipular a verdaderos intelectuales como Samir Amin, Ernesto Guevara, Engels y otros. Tenemos otro párrafo insolente de Rauber:

«Así, la emergente doctrina marxista-leninista se convirtió en poderosa herramienta de manipulación política, un camino para el desarrollo de oportunistas  mediocres, que pretendieron ser “intelectuales” abriéndose paso editorial apelando a la exégesis de los clásicos, exégesis que con el apoyo del poder— fue erigida en teoría y esgrimida como señal de fortaleza ideológica de sus profesantes.

La teoría revolucionaria pagó altos precios por esto y, consiguientemente, también las prácticas revolucionarias. Tanto la exégesis como su contracara la constante explicación (justificación) del presente recurriendo a la evocación de citas descontextualizadas, manipuladas, de los clásicos del “marxismo”, pretendiendo por un lado, demostrar la actualidad y vigencia de los planteamientos de los creadores de la teoría revolucionaria, y por otro,  a la vez,  interrogar a los textos de Marx, Engels y Lenin para mostrar como “correctas”—y justificar— las políticas de los estados “socialistas”, tanto hacia lo interno como su línea de acción internacional impulsada a través de la Internacional Comunista y sus partidos miembros.» (9) 

La crítica de Rauber se cae como anillo al dedo a ella misma por sus manipulaciones exegéticas de Engels, Samir Amin y el Che Guevara como ya hemos explicado en su momento o lo haremos más adelante. El marxismo-leninismo, según Rauber, se convirtió (¿cuándo?) en herramienta de manipulación política de mediocres y oportunistas (¿cuáles?) apelando a la exégesis de los clásicos (¿Rauber?). En cuanto a la Internacional Comunista que funcionó hasta la época de la Segunda Guerra Mundial, ésta fue sustituida por un Movimiento Comunista Internacional que progresó enormemente hasta el conocido Congreso de la restauración capitalista en 1956.

La cuestión nacional latinoamericana y boliviana en Rauber

Escenarios diversos.

 Las ideas de transición y proceso que expongo buscan esclarecer y ubicar desde dónde, quiénes y cómo pueden llevar adelante cambios sociales radicales. Los escenarios pueden ser ´y de hecho son – muy variados e insospechados, la diversidad de posibilidades y alternativas de transición que presentan las realidades de Cuba, Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Uruguay y Argentina, así lo señala. En cualquier caso, para impulsar, radicalizar y consolidar el proceso transformador, entre sus tareas estará también la de construir el nuevo poder popular desde abajo.» (10) 

Para cerrar con broche de oro las peculiares y fantasiosas construcciones teóricas de Rauber, señalamos el anterior párrafo que tiene una ingenuidad que raya en la más grande de las ignorancias. Efectivamente señalar a Brasil y Argentina  y sus gobiernos y movimientos como transicionales a la revolución desde abajo, no tiene ningún asidero, son simples deseos de la buena señora que es Isabel Rauber.

La Argentina de los Kirchner no es más que un simple gobierno de  tipo populista que exhibe un tímido anti-imperialismo mientras en lo interno favorece ampliamente al capital transnacional y ni por asomo asume una política revolucionaria. Brasil, peor aún, con la Rouseff.

Nuestra experiencia boliviana, como no podía ni puede ser de otra manera, tiene pues sus características específicas, acá aparece con fuerza la participación de los pueblos indígenas originarios. Empero las especificidades de todo proceso revolucionario no son pues invenciones de Rauber, sino adquisiciones de la teoría marxista de la “formación social” que es un concepto teórico que nos perite pensar una totalidad social históricamente determinada y como combinación de modos de producción. Esas combinaciones son pues de la más grande diversidad y no es la Rauber la que nos va enseñando estas cosas tan conocidas en el materialismo histórico.

En el caso boliviano, podemos afirmar que las propuestas de Rauber son my semejantes a las proclamadas por Tony Negri y sus multitudes contra el Partido y la ausencia del Imperialismo concebido simplemente como virtual.

Los movimientos sociales bolivianos son una cosa, pero el “partido” MAS no es ni movimiento ni Partido, es una masa informe y deforme de oportunistas y eso debe saberlo bien la Rauber.

Tal vez Bolivia, puede en alguna medida calzar en los supuestos de nuestra autora por el hecho evidente de la participación masiva de los pueblos campesinos originarios e indígenas que tiene una participación visible en el proceso de cambio. Por su lado el MAS, como movimiento político es una verdadera olla de grillos que han accedido a altas funciones por el hecho simple de ser indígenas.

En realidad Rauber no conoce Bolivia, ni sus luchas ni sus logros, ni sus combates heroicos, ni sus nadas en último análisis y ha escrito ese librito para congraciarse con el Gobierno boliviano y pasar de revolucionaria de escritorio. ¡Nada más!


NOTAS.
Todas las notas corresponden al libro de Isabel Rauber. «Revoluciones desde abajo. Gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica». Prólogo de Istvan Mezzaros. Tercera Edición actualizada y aumentada. Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria. . Abril de 2011.


1.    Pág. 19.
2.    Pág. 19.
3.    Pág. 30.
4.    Pág. 31.
5.    Págs. 107-109.
6.    Pág. 127.
7.    Págs. 133-134.
8.    Pág. 56.
9.    Pág. 44.
10.    Pág. 37.




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